Herramientas de Accesibilidad

Viernes, 10 Noviembre 2023 15:01

"Cristina y La vida de los otros"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Desde un principio, para los Kirchner, el poder fue, entre otras cosas, poder espiar. Cuentan que para Néstor era directamente una obsesión. Con una fruición tal, que casi podía compararse al éxtasis que le provocaban las cajas fuertes.

Eso lo llevó a entablar una sociedad fructífera durante mucho tiempo junto con Francisco Larcher, su mano derecha de Santa Cruz a quien designaría Subsecretario de Inteligencia y con el temido espía y Director de Contrainteligencia Jaime Stiuso. Una sociedad que no rompería él, sino su esposa Cristina Fernandez en las postrimerías de su segunda presidencia, luego de un deterioro sin retorno en las relaciones con los espías desde la muerte del ex presidente.

Ella también compartía el afán por los pormenores de las vidas ajenas. Pero con sus propias reglas.

Lo que no dicen las palabras lo dicen los fondos del presupuesto. En aquella época, comenzó a destacarse a la par del creciente poderío del General del Ejercito César Milani, que los fondos que recibía Inteligencia Militar empezaban a superar los de la SI, ex SIDE. Desde la asunción de Milani, el nuevo favorito, en 2010, a 2014, el presupuesto para la DIE o Dirección de Inteligencia del Ejército había crecido 156%, -sin ningún conflicto bélico que lo justificara-, y el de la SI, tan sólo había aumentado 34%, es decir, cinco veces menos.

A fines de 2014 la tensión se convertiría en un golpe fulminante al palacio de los espias. Cristina estaba convencida de que los agentes otrora aliados de su esposo la iban a traicionar. Y desembarcó implacable en la Secretaría de Inteligencia desplazando al poderoso Jaime Stiuso, en favor de Rodolfo Taihlade, y bajo las órdenes de un nuevo Señor Cinco de su confianza, que no era otro que Oscar Parrili, un leal a toda prueba.

Un hecho feroz ocurriría inmediatamente después. El fiscal de la AMIA, Alberto Nisman, que ya se sentía perseguido por el gobierno, aparecería con un tiro en la cabeza a horas de denunciar a la Presidenta en el Congreso por encubrimiento del ataque terrorista mediante el pacto con Iran.

La grieta en las filas de Inteligencia que se abrió entonces sigue hasta hoy. ¿Quién habrá empapelado las paredes con fotos de la vida privada del fiscal a muy poco de su muerte? Y tantas cosas que siguieron...

Al asumir el poder, Alberto Fernandez prometió eliminar los sotanos de la democracia, como calificó a los servicios de inteligencia. Pero más bien, parece que se profundizaron los túneles. Hoy se sabe que hasta aquella cadena nacional para denunciar el viaje a Lago Escondido de jueces y ejecutivos de Clarin, tuvo procedencia en una operación de espionaje ilegal.

Las recientes revelaciones de una suerte de AFI paralela, muestran cómo se habría configurado, una estructura para-estatal de espionaje ilegal al servicio de la impunidad de la vicepresidenta, con terminales en la AFI y que incluye un elemento que genera más inquietud y tribulaciones de las que se demuestran en las propias filas del oficialismo. No sólo espiaban a opositores, artistas, jueces y periodistas. También espiaban a los propios.

“No me explico cómo un K puede ser espía que espía a los K”, afirmó Juan Grabois, dirigente social, que aparece entre los espiados, y que como muchas otras víctimas se constituyó en querellante. La afirmación fue cándida pero reveladora. No entraba en su cabeza esa lógica. Tal vez con los detalles del espionaje sobre Victoria Tolosa Paz se haya percatado de la metodología. El espionaje extorsivo a los propios, es una forma de control, disciplinamiento y coerción. Por ahora, Tolosa Paz eligió el silencio. Un silencio que en sí mismo transmite la conmoción.

Antes de ser presidenta, en una de los pocos intercambios que tuvo con la prensa, Cristina se había reconocido como una apasionada cinéfila. Entre sus películas favoritas y recomendadas entonces, mencionó una muy particular: La vida de los otros. El aclamado film alemán, nominado al Oscar, cuenta la historia de un espía del régimen comunista de Berlín Oriental que sigue cada ínfimo detalle de la vida de un dramaturgo famoso. Desde sus trabajos a su relación con una joven amante y sus encuentros sexuales. La película muestra “la cruel psicología del socialismo” según una review del New York Times en una de sus fases más degradadas y absurdas. Los espías como depredadores de la intimidad son el síntoma de la máxima aspiración de un poder totalitario: el poder sobre la privacidad.

La violación de la intimidad de las personas, el robo de su privacidad para ser usada como mercancía, su vida personal como insumo que puede ser blandido en su contra, incluso en el caso de los propios, sale a la luz hoy revelando un descenso a sótanos aún más profundos de los que se conocía. Y lo peor, constituyen un ataque de máxima gravedad al estado de derecho como lo manifestó el periodista Baby Echecopar, uno de los espiados.

“Los propios se sienten violados”, me dijo una fuente. Los tentáculos de las bases de datos que aparecen en la mecánica son aterradores. Software de origen militar, archivos de acceso exclusivo para estados, bases de datos del estado como el padrón o el Renaper, y la propia AFIP, sólo son algunos ejemplos. Seguidores minuciosos del juicio político a la Corte, detectan sincronicidad entre lo que ocurría en las comisiones y lo que revelaban algunos chats fruto del espionaje ilegal. Preguntas inquietantes se desprenden al mismo tiempo sobre la línea de comando. En una publicación de estas horas, la periodista Lucia Salinas se pregunta: ¿quién tiene y quién pidió los informes sobre los jueces federales y de la Corte Suprema que elaboró el espía inorgánico Ariel Zanchetta?

Para entender de qué hablamos hay que volver a la situación de los dos involucrados políticos hasta ahora. Uno es el diputado Rodolfo Taihlade, que cuenta con fueros y es puntal del juicio político contra el máximo Tribunal. El otro el Fernando el Conu Rodriguez que luego del pedido de detención en su contra, denegado por el juez Martinez de Giorgi, por fin entregó su celular. ¿Insistirá el fiscal Gerardo Pollicita con la detención del alto funcionario de la AFIP por el riesgo de entorpecer la investigación? Lo sabremos en estas horas. Para el hombre del ministerio público no hay dudas de su responsabilidad al ordenar espionaje contra la ministra de Desarrollo Social Victoria Tolosa Paz. Los cargos por el delito de espionaje ilegal van de 3 a 10 años de prisión. ¿A quién respondía Fernando el Conu Rodriguez en la línea de mando? Es una pregunta un poco obvia, considerando que el camporista es la mano derecha de Máximo Kirchner en materia de medios. ¿Habrá heredado Máximo el hobby de sus padres con el espionaje?

¿Qué pasaría si se descubre cual fue el destino último de las carpetas de jueces federales obtenidas con espionaje ilegal? ¿Quién las pidió? ¿Quién las encargó?

Curioso timing el que tuvo lugar luego de la orden de detención del Conu. Apenas minutos después aparecieron los abogados del funcionario de la AFIP que había sido notoriamente perezoso en llegar hasta el juzgado a pesar del allanamiento en su oficina y en su casa.

Los pasillos de Comodoro Py no son la única caja de resonancia de este terremoto político que deja al desnudo el espionaje ilegal contra uno de los poderes del estado. El peronismo es pura efervescencia. A estas horas el malestar con La Cámpora no deja de crecer. “Algunos compañeros se sienten traicionados”, admite una fuente. “De cosas así lo acusábamos a Macri”, agrega otra. Los espiados pasan de la bronca al temor por la información que pueda salir a la luz sobre ellos si esas carpetas pasan de mano en mano. El daño está hecho. El puñal en la espalda no es inocuo. Y se conoce a una semana de las elecciones cuando las fidelidades son más que imprescindibles. Si la lealtad es la argamasa peronista por excelencia, tanto que a veces parece complicidad, qué queda luego de este abuso serial, de esta carroña de las vidas privadas, de esta vigilancia entre las sábanas o el estado patrimonial. La lealtad hecha trizas, puebla los pisos como cristales rotos. El que camine por ahí puede salir lastimado.