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Jueves, 25 Julio 2024 14:04

"El cinismo de los que ahora descubren que Venezuela es una dictadura"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

El ex presidente Alberto Fernández denunció con sorpresa que la dictadura de Nicolas Maduro lo bajó como veedor de los comicios que se realizarán este domingo porque había osado decir que el que gana, gana y el que pierde, pierde. En el mismo tono, el brasileño Lula Da Silva, se escandalizó con la advertencia de Maduro sobre un baño de sangre si pierde las elecciones. “El que se asustó que se tome una manzanilla”, le contestó el bolivariano.

Hagan el cintureo que hagan para tomar distancia, Fernandez o Lula están en la infame lista de los que a lo largo de estos años por conveniencia, ideología o cobardía fueron cómplices del siniestro régimen chavista.

EL ex presidente argentino llegó a defender en la ONU a Maduro el mismo día que la Alta Comisionada Michelle Bachelet presentaba un informe sobre la persecución política en ese país.

Luego de que Fernández dijera con total descaro que no había más denuncias por violaciones a los derechos humanos en Venezuela, la directora regional de Human Rights Watch se preguntó: ¿Ignorancia o Selectividad?. Se podría responder, cinismo, ante la rampante caradurez con la que ahora los Lula de la vida o los Fernández toman distancia de lo que era y es a todas luces una dictadura. Si los que como ellos apañaron al régimen no hubiera demorado tanto, el día en que parece tan cercana la victoria de los opositores, no por favorecerlos, sino porque hace demasiado tiempo que Maduro fuerza su permanencia en el poder y todos lo saben. Desde hace mucho el régimen, que se dice popular, se quedó sin pueblo y convirtió a sus ciudadanos en dependientes o en prisioneros.

No hay antecedentes continentales del éxodo de más de seis millones de venezolanos desperdigados por el mundo que podrían alcanzar los ocho millones de desplazados si la última esperanza se apaga el domingo.

Los que se estremecen con sensiblería por la amenaza de Maduro sobre un baño de sangre parece que estaban anestesiados cuando se conoció el informe de Michelle Bachelet que denunció terrorismo de Estado en Venezuela, con miles de casos de torturas, ejecuciones y desapariciones. “Tenemos base razonable para creer que el presidente Maduro dio ordenes al Servicio de Inteligencia Bolivariano”, afirmó entonces en 2020, uno de los miembros de la misión de la ONU, Francisco Cox, que denunciaba un compendio de crímenes de lesa humanidad, que sin embargo no conmovían a las izquierdas caviar del continente. Sommeliers de dictaduras que si coinciden en ideología no se sonrojan en cobijarlas.

Lo cierto es que dejaron solos a los venezolanos en medio de una catástrofe humanitaria en la que los tentáculos de los Castro exportaron sus métodos para la permanencia en el poder a costa de poblaciones hambreadas y condenadas a la pobreza y la sumisión.

La propia Cristina Kirchner se prestó a los tenebrosos acuerdos con Irán, a instancias de Hugo Chavez de quien soñaba ser heredera en la región apostando al mismo esquema autoritario: colonizar a la justicia como primer paso para dominarlo todo. Ya sabemos que ni los muertos de la AMIA quedaron fuera de aquellas oscuras transacciones.

Hubo a lo largo de estos años una escalada pavorosa de la catástrofe humanitaria en Venezuela. En 2017 un informe de tres universidades locales advertía que el 74% de los venezolanos había perdido involuntariamente un promedio de 8 kilos 600 gramos de peso en los años del chavismo. Para entonces, el Centro Internacional de Desarrollo de Harvard también establecía que el colapso económico del país era el peor de la historia de las Américas y de Europa Occidental por su magnitud. Las cosas sólo iban a empeorar. El más reciente informe de la ONU indica que el 82% de los venezolanos viven en la pobreza y el 53% en la pobreza extrema. El país tiene la tasa de inflación promedio más alta de América Latina con un pico de 65.000% en 2018.

Los que durante este tiempo se mofaban de que Argentina pudiera seguir el curso de la desgracia chavista deberían sólo repasar los números de pobreza e inflación que dejó el kirchnerismo. Los anticuerpos de una resistente clase media, el carácter privado de la mayor fuente de ingresos del país que es el campo, y la resiliencia de instituciones como la Corte Suprema de Justicia fueron una barrera para un plan que buscó el mismo horizonte de dominio bajo los designios del kirchnerismo. La sombra de Venezuela se proyectaba como un futuro ominoso y cada vez más posible. Los exiliados que llegaron en busca de refugio a nuestro país nunca dejaron de advertir, como inesperados profetas, que las medidas del gobierno kirchnerista les ofrecían un triste deja vu.

El ex presidente Mauricio Macri, quien nunca titubeó en su oposición férrea a la dictadura bolivariana les dijo anoche desde sus redes a los venezolanos “que sepan que no están solos en esta hora crítica y que la comunidad internacional está atenta a las maniobras fraudulentas que podría intentar Maduro”. En la embajada argentina, actualmente, se refugian seis opositores que por llegar hasta la sede diplomática se salvaron de ser encarcelados.

La líder indiscutida del país, Corina Machado, ni siquiera puede ser candidata porque el régimen la proscribió a sabiendas de su triunfo. Ella fue la que aún en vida de Chavez se atrevió a desafiarlo en plena asamblea para denunciar sus métodos en su cara, definiendo incluso algo tan simple como que Expropiar es robar...

Derechos de propiedad, derechos políticos, libertad de prensa, son las presas inmediatas de los dictadores para consolidar sus regímenes. En Venezuela a esto se suman unas Fuerzas Armadas que son el verdadero sustento del poder de una figura payasesca como la de Maduro, y que a su vez no han tenido empacho en negociar con el narcotráfico ni con los regímenes más oscuros del planeta convirtiéndose en una puerta de entrada para Irán o Rusia a la región.

Nadie sabe qué irá a pasar el domingo si como dicen las encuestas Edmundo González Urrutia se impone hasta por veinte puntos, una diferencia que sería aún mayor si pudieran votar los miles de venezolanos que viven en el exterior.

¿Qué pasó en las elecciones pasadas? En 2013 cuando se eligió el sucesor de Chavez, Maduro se impuso por apenas 1,49% pero las elecciones siguientes en 2018 su triunfo fue cuestionado a nivel internacional y prácticamente la mitad del país no acudió a las urnas. Desde entonces, Maduro no descansa en obstaculizar la participación de figuras que puedan hacerle sombra. Ahora, ya incapaz de tapar el sol con la mano amenaza con un baño de sangre. La oposición está esperanzada de luchar con el arma más poderosa de todas, el voto. Pero si su triunfo fuera rechazado también afirman estar dispuestos a dar pelea.

¿Maduro habría durado tanto en el poder si Lula, Fernández o Petro hubieran levantado antes la voz por la democracia? Esa pregunta los perseguirá por siempre.