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Miércoles, 24 Julio 2024 14:13

"Menos Cepo Más Espías"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

La nota del Financial Times titulada “Se termina la luna de miel de Milei con los cuestionamientos de los inversores a su plan económico”, finalizaba con el testimonio de un analista que sugería que aún no era tarde para corregir la situación y daba como opción aliviar algunas capas del cepo para incentivar a los mercados o dar pasos que satisfacieran al Fondo Monetario. Dicho y hecho. Lo afirmado por el analista Gabriel Caamaño de Ledesma Consulting adquirió ayer carácter profético.

Antes de partir al encuentro de las autoridades del Fondo, el ministro Caputo aflojó las riendas del cepo. Abrir la canilla de los dólares financieros a beneficiarios de subsidios o planes sociales, aumentar la cantidad de dólares que los exportadores de servicios pueden tener en sus cuentas, y acortar los tiempos de pago a los importadores, es eliminar algunas de las sucesivas capas geológicas del cepo que hasta tener su magnitud soviética pasó de ser una medida de emergencia a convertirse en una política de estado del kirchnerismo, no sólo relacionada con la falta de dólares sino con un concepto del poder del estado en detrimento del derecho de propiedad de los ciudadanos y de sus libertades económicas.

Lo que a algunos analistas comenzaba a inquietarlos era la posibilidad de que, como tantas veces en Argentina, medidas tomadas para la emergencia se convirtieran en definitivas. ¿Se había enamorado del cepo también el gobierno de Milei? ¿Hablar de peso fuerte luego de decir que la moneda local era excremento podía preanunciar el cepo eterno? El gobierno perjuraba que no pero los antecedentes argentinos hacen que no sólo la plaza local sino también la internacional quieran ver para creer. Ahora, el gobierno espera que estas medidas funcionen como señales de la clara voluntad política de salir del cepo, no sólo porque es vital para las inversiones, ya que nadie entra si no puede salir de un país, sino también porque será el pasaporte real para normalizar la economía. Veremos en estas horas cómo es recibida por el mercado, esta señal sobre el rumbo.

En consonancia con las medidas de Economía, el Banco Central se sumó al plan del “peso escaso” que básicamente consiste en mantener constante la base monetaria y así asegurar también el valor de su contraparte histórica que es el dólar. Sin entrar en números, y yendo a la ascética escuela austríaca a la que declara pertenencia el presidente, podríamos afirmar que la base de su plan consiste en que la ausencia de dinero ficticio y el crecimiento en base al ahorro, usando los bienes de consumo que abundaban por la recesión, el gobierno busca asegurar que la inflación no se dispare y que la actividad económica sea genuina y no por medidas expansionistas. Pero claro, todo está por verse. Argentina es un laboratorio que el mundo está observando.

Hablando de ver. En estas horas, tuvo enorme impacto la noticia de una ampliación de presupuesto de cerca de 100 millones de dólares a la nueva SIDE, para el proceso de reestructuración y modernización de los servicios de inteligencia que ahora se dividirán en cuatro áreas: Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), la Agencia de Seguridad Nacional (ASN), la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) y la División de Asuntos Internos (DAI). Por lo pronto, el gobierno argumenta que el desmantelamiento de la inteligencia en el gobierno anterior, requiere esta inversión, sobre todo teniendo en cuenta las nuevas amenazas en ciernes por un mundo en guerra, el terrorismo y el auge de los ciberdelitos. Por otro lado, es imposible abastraerse del uso real de los servicios de inteligencia en la Argentina. Incluso el gobierno de Alberto Fernandez que se jactaba de la eliminación de los gastos reservados terminó en medio de un escándalo por los espionajes políticos adjudicados a La Cámpora, no sólo sobre objetivos de su propio partido como Victoria Tolosa Paz, sino una sugestiva actividad a lo largo de los años que incluyó la investigación por la muerte del fiscal Nisman. Desde el fin del gobierno de Cristina Kirchner, con los espías sumidos en una guerra entre facciones y la salida de Jaime Stiuso, el área se atomizó peligrosamente entre agentes activos y los llamados y peligrosos inorgánicos. El escándalo que puso en el centro de las sospechas a Fernando Conu Rodriguez, número dos de la AFIP y hombre de Máximo Kirchner al caer preso el ex policía Ariel Zanchetta que respondía al operador judicial de Cristina Kirchner y ex funcionario de la AFI Rodolfo Tahilade, es un buen ejemplo de eso. Los Kirchner siempre tuvieron obsesión con la vida de los otros. Y el problema en la Argentina es que los servicios de inteligencia se usaron más para perseguir aliados y opositores por igual, haciendo más inteligencia interior que exterior y así los sótanos de la democracia sirvieron más para carpetazos que para prevención. Los atentados que sufrió nuestro país o episodios insólitos como el del avión iraní que anduvo paseando por el país son buen ejemplo de eso.

Ahora bien, qué se le critica a esta reforma que propone el gobierno de Milei. Primero que haya sido hecha por decreto, el número 614 para ser exactos, y la ampliación de presupuesto que alcanza un 778% que encima, será reservado. Al mismo tiempo, se demora la conformación de la Comisión Bicameral para controlar los organismos de inteligencia y lo que hay detrás es el férreo control que quiere mantener el Ejecutivo en un área que está bajo el comando de Sergio Neiffert que responde a Santiago Caputo, gurú comunicacional del gobierno, pero también un hombre que acumula poder a pesar de no tener cargo alguno. Y no olvidar que el propio Jefe de Gabinete Nicolas Posse fue eyectado del poder por acusaciones de espionaje interno contra sus propios pares.

Si uno analiza los peligros reales que imponen amenazas como el narcotráfico, el terrorismo, el ciberespionaje o el ciberdelito, tiene lógica la existencia de servicios de inteligencia fuertes y eficientes, capaces de anticipar estos peligros y de actuar en consonancia con los servicios de inteligencia más importantes del mundo. Pero en Argentina fue tan desvirtuado el uso de la inteligencia y el prontuario es tan frondoso, que como en el campo económico, aparecen las sospechas casi por acto reflejo. Inteligencia es un área que prueba los valores reales de un gobierno ya que lo expone al campo de las licencias, donde todo se puede mirar, saber, y conocer. La tentación de la información confidencial ha enceguecido a muchos y sólo basta recordar el escándalo del Watergate, pero no hace falta ir tan lejos. Mauricio Macri no escapó de la controversia con la designación de Gustavo Arribas un representante de futbolistas que no tenía más pergaminos para el cargo que ser de confianza del presidente. Con Cristina Kirchner, en su obsesión contra Jaime Stiuso en quien su marido Néstor había confiado durante años, la balanza cayó a favor del tenebroso general Cesar Milani, que recibió para Inteligencia Militar presupuestos que superaron largamente los de la SIDE.

Si hay un poder donde se prueba el poder, es el poder en las sombras. Por eso cada paso en este sentido, empieza con cuestionamientos. Las intenciones pueden ser buenas, pero las tentaciones son grandes y por eso sería atinado ofrecer las garantías de contralor y transparencia que tanto distan de ser el mecanismo preferido en el mundo siempre oscuro de los secretos.