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Miércoles, 07 Febrero 2024 13:24

"El ómnibus no arranca y precalienta la motosierra"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

El Ómnibus no va a ninguna parte.

Ante una ley descuartizada, como dijo el presidente, el gobierno tuvo que elegir qué era peor derrota: si retirar el proyecto o aceptar la humillación de recibir un instrumento desfigurado.

No es difícil darse cuenta que el derrotado es el gobierno. El problema es quién ganó. Algunos diputados dialoguistas señalaban al oficialismo por su inexperiencia o su falta de flexibilidad. En el gobierno hablan de traidores y leales. Lo cierto es que todo terminó con un triunfo en bandeja para el kirchnerismo. No sólo perdió el gobierno, perdió el cambio.

Hay dos fases en el análisis de este fracaso. Una, es si la vastedad de la ley, enorme y ambiciosa, fue un boomerang que se le vino en contra más pronto que tarde al gobierno. Otra, si acaso valía la pena mantenerla cuando ya se caían a pedazos los artículos referidos a la reforma del estado. “Para sacar una mala ley prefiero que no salga”, ordenó desde Israel el presidente. Luego llamó delincuentes a los que se opusieron y dijo que le roban a los argentinos. Milei 100%.

No sólo se trata de la primera vez que un gobierno que recién empieza no consigue su primera ley. También se abren interrogantes de gobernabilidad por las heridas abiertas y por el efecto que la discordia con sectores dialoguistas pueda tener en la economía. Traduciendo: si ahora el mercado va a dudar de las chances de Milei para llevar adelante su plan de reformas, al no tener seguro el músculo legislativo que amalgama a los sectores del electorado que lo votó.

El efecto en los mercados es lo que quiso suturar el tuit del ministro Luis Caputo: “La votación o no de la ley no va a cambiar el rumbo económico, -afirmó-. No se va a gastar más de lo que se recauda, y el Banco Central no va a financiar al Tesoro”.

La estrategia política del gobierno, luego de retirar la ley, fue delinear con trazos fuertes la grieta que mejor lo define. La casta contra el pueblo, se tituló el comunicado del presidente donde firma que no está dispuesto a negociar su programa con quienes destruyeron el país y que los que se resisten a un cambio deberán explicarle a la sociedad por qué. De madrugada la Oficina del Presidente publicó el listado de los que votaron a favor y los que votaron en contra. Y volvieron a tronar las advertencias de llamar a una consulta popular.

Ahora bien, poniendo la lupa, es importante entender quién se dio vuelta: lo más sorprendente es la posición durísima del gobierno de Córdoba, cuyos votantes fueron clave para el triunfo de Milei. El gobernador Martin Llaryora quería sí o sí la coparticipación del impuesto PAIS. Es difícil comprender ese empecinamiento. Coparticipar ese impuesto sería casi lo mismo que declarar al cepo eterno. Pero a algunos finos analistas también los sorprende el voto de los diputados de Santa Cruz, donde el mandatario Claudio Vidal era en teoría fiel aliado de Milei.

Alguien decía con maldad anoche: los mismos que no dejaron gobernar a Macri no quieren dejar gobernar a Milei, pero Milei va a gobernar igual.

A algunos diputados de lo que era Juntos por el Cambio la explicación se les hace muy difícil: terminaron votando con el kirchnerismo.

Políticos con mucha experiencia en el congreso coiciden en que es casi imposible que una ley que vuelve a comisión pueda tener algún horizonte. Sería casi una resurrección y son tiempos escasos de milagros, incluso para las fuerzas del cielo. Lo que sí es seguro es que desde el cielo tronará el escarmiento en una cuestión muy terrenal. Las trasferencias discrecionales serán el látigo de la Nación en las arcas de las provincias. En enero fueron cero.

Ahora todo se ceñirá aún más a otro resultado: el de la baja de la inflación. El gobierno tiene que cruzar el desierto hasta llegar al mes de abril. Si la suba de precios se enfría y las presiones devaluatorias son manejables la historia será otra. Al final todo dependerá de la motosierra.

En términos políticos va quedando claro quién es quién. El electorado peronista esperará resistencia de sus dirigentes. Pero el electorado que votó por un cambio, difícilmente perdonará a los que malogren su propio sacrificio. No es por Milei, es por el país, que no hay tiempo para mezquindades ni torpezas.