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Lunes, 18 Marzo 2024 13:38

Milei-Kicillof: enemigos que se necesitan

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Comienza otra etapa.

El propio presidente puso en el escenario a su adversario elegido: Axel Kicillof. Lo acusó de violar la propiedad privada con la suba de impuestos, afirmó que en seguridad la provincia es “un baño de sangre” y que “los rendimientos de los alumnos son paupérrimos”.

 

Esta mañana el gobernador pareció responder al pedido de rebelión fiscal con una suba a trabajadores estatales, jubilados y beneficiarios de planes para enrostrar lo que hace con los impuestos frente al ajuste que encara el gobierno libertario.

 

Milei y Kicillof son hoy enemigos que se necesitan. Pero también el contrapunto entre el modelo kirchnerista y el modelo liberal. ¿Es posible que la Argentina crezca y genere inversiones si no se controla la inflación, el gasto del estado, y se baja impuestos? El gobernador tiene la suerte de que la inflación no es un problema de su incumbencia. Y sin ese peso en las espaldas busca mantener la matriz del estado que distribuye dinero aunque eso implique un nuevo impuestazo.

Para Milei el gobernador representa mantener vivo en la memoria el modelo que fracasó, y es también la cortina ideal para contener en bambalinas las delicadas negociaciones con los otros gobernadores, de quienes depende el avance de los acuerdos por la Ley Bases versión dos, y por lo tanto el Pacto de Mayo. Para Milei la pelea con Kicillof es gratis porque ya sabe que no cuenta con los votos kirchneristas. Y de paso mantiene su retórica contra la política empobrecedora mientras busca acuerdos y votos con los sectores más dialoguistas para tratar de encarrilar su suerte en el parlamento.

Por su parte, a Kicillof, el antagonismo que le ofrece el presidente le viene como anillo al dedo ya que, sin reelección posible, y sin el peso político para encarar un liderazgo por sí solo, esta antinomia le ofrece un rol protagónico en un peronismo atomizado, con Cristina intentando actuar por detrás del telón pero que no termina de ser eficiente en sus incursiones contra Milei. En la última tuvo un error de principiante. Ella menos que nadie puede correr a otro con las jubilaciones si su doble jubilación millonaria es al menos inmoral y según algunos ilegal. Es paradójico: a Cristina le convendría que la Corte resuelva de una vez por todas y no que quede en ella la evidencia de la rapiña. Pero es Cristina. Siempre se siente por encima del resto de los mortales.

La pelea con Kicillof representa un regreso a la grieta clásica, en un contexto donde es clave manejar bien el timing. El presidente necesita mantener su cruzada anti casta pero al mismo tiempo negociar con sectores más afines. No puede poner a todos en la misma bolsa.

Al mismo tiempo, hay sectores políticos que no disimulan sus intenciones conspirativas que rozan el golpismo. Pero por ahora chocan con el límite de su descaro. Los primeros fueron los sindicalistas. El paro de la CGT sólo les sumó desprestigio a ellos mismos. En el caso de Martin Lousteau, su voto casi en soledad contra el DNU, fue el intento de erguirse como líder que polarice con Milei, pero pareció por ahora fuera de tiempo y lo dejó totalmente descolocado frente a su propio partido. Los golpismos apresurados son su propia kriptonita y terminan debilitando a quienes lo intentan.

Hoy, el especialista en consumo Guillermo Olivetto, notaba la diferencia entre narrativa y narración. Es decir, entre relato de lo que se dice que se es sin serlo, y la ejemplaridad de ser y parecer. Probablemente, lo que no termina de entender la política tradicional es que lo de Milei no es relato, sino narración, es decir expresión cabal de alguien que hace y dice lo que piensa aunque eso incluso parezca una barbaridad. Ahí radica la mayor transgresión del presidente y lo que lo hace diferente del político clásico del que hoy la ciudadanía descree. Milei es su descarnada autenticidad.

Lo único que lo debilitará es no tener los resultados que prometió y que ya no son un secreto: llevar la inflación a un dígito lo antes posible, para empezar. Milei depende de su bilardismo. Sin nadie que le haga hoy realmente sombra, tiene que hacer goles. Su subsistencia depende de sus goles.

Aquí hay dos líneas de tiempo a tener en cuenta. El tiempo que lleve mostrar esos resultados o goles y el tiempo de la paciencia de la gente. Son líneas que se equilibran. A más resultados más paciencia. Y viceversa.

Pero todavía, como indican la mayoría de las encuestas estamos navegando sobre una base de paciencia que amortigua los golpes. La desventaja para quienes atacan a Milei es que esperaban que Marzo fuera un punto de inflexión de la paciencia. Si Marzo y Abril son los dos meses más difíciles del ajuste, debía notarse ya el desencanto.

Una encuesta reciente, de Proyección Consultores, preguntó sobre la paciencia social. ¿Usted cuánto tiempo está dispuesto a esperar a Milei para empezar a ver mejoras? El 35% dijo no estar dispuesto a esperarlo nada. Ya se le terminó la paciencia. Pero un 37,2% está dispuesto a esperarlo por lo menos un año. Queda un 14,4% que marca un límite de paciencia en los seis meses. Si sumamos estos dos últimos sectores, se trata del 51,6%. Por lo tanto, a Milei le quedan más de tres meses de paciencia mayoritaria de acuerdo a esta medición. Si muestra resultados en esos tres meses, puede incluso sumar tolerancia social y aspirar a una excelente elección de medio término enmarcada por una recuperación.

Si en cambio, en estos tres meses las cosas no salen como esperaba, su debilidad alcanzará a su narración dejándola vacía. Hoy todo indica que el oficialismo se encamina a lograr sus metas económicas. Pero el camino, es un minuto a minuto y aún falta transitar 40 días en el desierto hasta que termine abril. Las arenas quedarán regadas de desmoronados ídolos de barro. Pero sólo entonces sabremos quiénes son.