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Jueves, 28 Diciembre 2023 14:46

"Milei quiere ser el Restaurador del orden liberal"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

El gobierno de Javier Milei comenzó como las óperas monumentales que tanto le gustan al nuevo presidente: un gran espectáculo, con escenografías impresionantes, con efectos especiales deslumbrantes, elencos numerosos, con voces magistrales, con coros y ballet. Pompa y circunstancia. Como la salida del gabinete al balcón de la Rosada luego de enviar al congreso la apabullante Ley Omnibus. Pero... ¿y ahora?

Ayer, el presidente de la Cámara de Diputados, Martin Menem, le preguntó a un legislador importante de un partido afín: ¿Crees que sale en dos semanas? Su interlocutor lo miró asombrado. La Ley Ómnibus ni siquiera había llegado al Congreso, donde muchos la consideran más invotable por su magnitud y complejidad, que, incluso, por su contenido. No es lo que dicen en el Gobierno donde prima la autoestima y se muestran increíblemente seguros de que la ley va a salir.

En estas horas muchos discuten si Javier Milei quiere la suma del poder público y algunos de los que se escandaliza, parecen olvidar que Néstor y Cristina Kirchner gobernaron 12 años con ley de emergencia económica y superpoderes. Y que lo mismo hizo Alberto Fernandez.

Pero parece haber una pregunta anterior al análisis pormenorizado de los artículos que son variados y numerosos ¿Por qué el gobierno envía una ley que es muy difícil de votar entre otras cosas porque tiene temas que le demandan mayorías especiales y en la que no prioriza cuestiones como para agilizar su tratamiento?

Una fuente del gobierno ofrece como respuesta una fórmula para tener en cuenta: “mayor cantidad de reformas con mayor capital político”. Es decir, plantar ya mismo un proyecto de cambio de tal magnitud que se instale en el debate público con su mera afirmación.

Es interesante la épica que le imprimió el gobierno en una especie de gesta heroica que aparece desde el nombre mismo de la Ley Ómnibus. Algunos consideran que Milei busca una revolución, pero si tomamos en cuenta la presentación oficial del proyecto, pareciera que Milei quiere en realidad ser un Restaurador más que un revolucionario. Busca restaurar el orden liberal que conecta el presente con la Bases de la Constitución de Alberdi. Hasta el nombre es idéntico a aquel libro fundacional: Bases y Puntos de Partida, esta vez para la Libertad de los Argentinos.

Pero dejemos las grandilocuencias históricas y volvamos a las emergencias del presente. Si uno toma la Ley de emergencia económica de Eduardo Duhalde que luego mantuvieron los Kirchner, encontrará como contexto una pobreza de casi el 50% y una desocupación pavorosa. Hoy la inflación desatada y su capacidad de multiplicar la pobreza que ya supera el 40% aparecen como marco de la urgencia que argumenta el gobierno para su acción implacable. Pero entre aquellas facultades delegadas y éstas hay una diferencia: aquella impronta le daba más poder de control e intervención al estado y ésta se las quita. De una Argentina estatista a una Argentina de libre mercado, sin medias tintas.

Pero, ¿puede votarse la ley? En los hechos, salvo por los votos del PRO, el gobierno tendría dificultad para sumar radicales que voten esta ley a libro cerrado. De hecho, ante el megadecreto, la UCR está ofreciendo como salida posible tres leyes espejo para que se voten las reformas que pide el decreto.

Hoy, lo más probable es que el DNU, que entra en vigencia mañana, quede en pie por no ser rechazado. Incluso la dificultad de conformar la comisión bicameral le juega a favor al gobierno. Si no se rechaza, sigue, aunque luego deba vérselas con la Justicia, donde el factor tiempo es crucial. Los meses que tarde la decisión de la justicia serán meses de vigencia plena del decreto. ¿Estamos ante una movida que va por todo para quedarse con algo? ¿La táctica es este aturdimiento?

Ahora bien, ¿por qué el gobierno piensa que el Congreso sí podría llegar a aprobar esta ley? Calculan con simplismo que la necesidad de los gobernadores de recuperar el impuesto a las ganancias será una palanca a favor y que la presión pública hará la otra parte. ¿Ingenuidad política o total atrevimiento? Puede sonar a herejía, pero hay algo de Javier Milei que recuerda al Néstor Kirchner del 22% de los votos. A Milei no le faltaron votos pero sí le faltan bancas en el congreso. Y como el Kirchner de 2003 busca suplir su carencia con un factor que suele embelesar a los populismos y erizar la piel de los republicanos: pura voluntad política, sin claudicaciones.

La dosis de voluntad política y una estridente presencia presidencial son parte de la construcción de la autoridad que Milei opone a sus desafíos de gobernabilidad.

Al “no hay plata”, le agregan, “no hay tiempo”, y mantienen a la audiencia cautivada ocupando el escenario principal. Si la política se trata de ocupar espacios, se puede decir que Milei ha ganado el centro gravitacional de la iniciativa. Y el congreso corre por detrás, o espera en la pendiente.

Pero ¿este es el verdadero partido? O el verdadero partido se juega en una dinámica más vil y más concreta: la de los precios. “La gobernabilidad no está en el congreso sino en domar la inflación”, dicen los analistas. La gran apuesta del gobierno es que la demanda no convalide una inflación de 100% en los primeros tres meses y la clave es que no se disparen los dólares financieros que son los que marcan la brecha. Si la dinámica de precios ayuda al gobierno a aplacar las expectativas de disparada inflacionaria, se habrá logrado otra consistencia para encarar reformas. Y si eso ocurriera, en el mientras tanto, le será más difícil a los tribunales frenar cambios por meras cuestiones de formas.

La Libertad avanzando a lo guapo es parte de la espectacularidad en medio de un sinnúmero de paradojas. Establecer reformas liberales pero con métodos adorados por los estatistas. No hay nadie cómodo. Los que le perdonaban todo a Cristina ahora tienen que hablar de república y salir a cacerolear. Y los que le criticaban el gradualismo a Macri ahora se asustan por las formas. Es tiempo de alergias.

Como las operas monumentales, el gobierno de Milei arranca con grandiosidad pero sabe que las cosas más terrenales son las que al fin definirán la historia. Es decir que las Bases y puntos de partida jugarán su verdadera batalla en los precios del changuito del supermercado.

Por lo demás, hoy es el día de los inocentes. ¿Hay algún inocente que pueda tirar la primera piedra en la política argentina?