Herramientas de Accesibilidad

Martes, 10 Octubre 2023 14:49

"Nerones"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez y equipo en Cristina Sin Vueltas

A las 2.38 del lunes, en plena madrugada, un hombre fue registrado por las cámaras de Morón cuando intentaba prender fuego en una sede del Pro. Llegó hasta la esquina de Intendente Agüero y Rodolfo Monte y roció con combustible de un lado a otro la persiana del frente del local partidario. Pero algo inesperado ocurrió. Las llamas no sólo tomaron la entrada del lugar, sino que terminaron envolviendo al atacante que huyó desesperado mientras el fuego subía por sus ropas obligando al bólido humano a chocar contra el cemento para apagarlo, y luego huir, aparentemente malherido. El agresor aún no había sido identificado en nuestra última consulta.

La irracional escena parece una triste alegoría. En estas horas, no pocos han llamado a Javier Milei un irresponsable y lo han comparado con un pirómano. Sus palabras combustibles comenzaron la escalada la semana pasada cuando dijo alegremente que cuanto más alto esté el dólar, más fácil será dolarizar. Y continuaron ayer cuando alentó a desarmar posiciones en plazos fijos en pesos porque el peso es excremento. No hay que ser un avezado analista para darse cuenta que está encendiendo más la chispa de la corrida.

En horas en que el dólar pasa los mil pesos, puede que Milei contemple con regocijo el fogonazo mientras su cara se enciende con las llamas que envuelven a Roma. Lastima que en Roma hay personas. Y se pueden quemar.

Parece miserable atizar el fuego de la crisis como especulación política para captar votos bajo la idea de que si todo empeora más votantes huirán indignados hacia su pensamiento extremista. Pero si además, esta es la estrategia que ha elegido para dolarizar puede salir chamuscado. Se escuchan los ruidos incordiosos de la motosierra jugando en un jardín de infantes. ¡Ahí no, señor, hay niños!

No es metáfora: la pobreza sólo se multiplicará acelerando la dinámica del deterioro y los más pobres son los chicos.

Encima, no es uno, son varios los Nerones que tiran colillas encendidas de cigarrillo en pasto seco. El Plan Platita arrojó montañas de pesos a un mercado ávido por huir al dólar. Sergio Massa que acusó en estas horas a Milei de estar timbeando el ahorro de la gente por un voto más, debería mirarse al espejo. ¿Y por casa señor? ¿O pensaba que la emisión es gratis?

Es muy difícil en una economía sin anclas encontrar la manguera para apagar el incendio. Porque la incertidumbre cotiza en alza como el dólar y corre voraz como el fuego. Algunos analistas eligieron recordar otros momentos de transición donde los gobiernos entrantes buscaron que la crisis les hiciera el trabajo antes de asumir. Desde Guido Di Tella y su dólar recontra alto a Alberto Fernandez y el dólar a 60 pesos o las admoniciones de no reconocer la deuda con el Fondo para que a Macri no le llegara la última partida del préstamo y no le quedara otra que reperfilar la deuda y reinstalar el cepo. Me reservo las consideraciones morales.

Difícilmente haya algún argentino que hoy crea que es fácil salir de esta. Al punto de que el 70 por ciento votó por opciones que plantean estabilizar la economía destruida por el populismo, a sabiendas de que eso significa esfuerzo. Pero nadie le prende fuego a la única casa que tiene en el nombre de que puede existir otra mejor, cuando aún llevará tiempo reconstruirla, no se tiene los recursos y encima hay personas dentro.

Quizás en una dimensión de variables económicas, un bróker de bolsa o un especulador puede actuar casi como un jugador en la ruleta. Cuando lo hace un político, cosa que Javier Milei es, aunque le pese, aparece la dimensión humana y moral de las consecuencias, lo que algunos llaman ética de la responsabilidad. Es inmoral robar dice Milei señalando con el dedo a la clase política. ¿No está robando él, el poco tiempo con que cuenta Argentina para intentar una salida ordenada? Ahora que se junta con el que pedía dejar de robar por dos años siendo parte del robo, todo confunde.

El sábado en el programa de Mirtha Legrand, la conductora les dijo: “Son gente rara ustedes”, mientras el candidato y su pareja trataban de explicarle las razones detrás de la cifra que se había vuelto un código romántico entre ellos. La excentricidad en una pareja puede generar risas y hasta ser original.

Pero, por las dudas, las personas no son cifras. Al contrario. Las cifras son personas.

¡Ey, el dólar a mil!, crepitaba un mensaje de un civil inocente en mi whatsapp. “El país está incendiado”, me dijo por todo saludo un vecino al salir a trabajar.

Esos pibes que se juegan la vida en una moto por llegar a tiempo con un pedido y que los califiquen bien, hoy terminarán el día con el valor de ese esfuerzo fulminado. Los jubilados verán duplicada su miseria. Los que juntaban algún dinero para lo que sea lo verán hecho cenizas como ese nene que luego de juntar muchos billetes se dio cuenta que no tenía nada y aprendió enojado su primera clase de inflación que se hizo viral. En el otro extremo del Plan Platita la verba inflamable de Milei termina de incendiar el peso. Si fuera un especulador como tantos podría ser inocua su corrida por mero interés, pero es un candidato a presidente y sus acciones como sus palabras tienen consecuencias.

Hoy, en medio de la falta de instrumentos precisos para anticipar los resultados de las elecciones, lo que digan los candidatos en materia económica precipita los peores escenarios en medio de la crisis. “Siempre las fantasías de incendio suponen que alguien las va a poder frenar”, dijo anoche Carlos Pagni.

La historia está plagada de las consecuencias no deseadas de la política. Pero mirá nomás el atacante de la sede del Pro de Morón. Terminó él prendido fuego. Imagináte qué pasaría si en vez de echar nafta de madrugada donde sólo él corría peligro, lo hubiera hecho a plena luz del día.

Una cosa es sincerar la economía, otra es arrasar con todo.

El 18 de Julio del año 64 un incendio se desató en el llamado Circo Máximo de Roma. Era una especie de hipódromo frente a las colinas del Palatino. Algunos culpan al infame emperador Nerón por el desastre. Otros aseguran que él sólo aprovechó el acontecimiento para avanzar con su plan político. Y él mismo culpaba al entonces novedoso culto rebelde de los cristianos. Lo cierto es que cuando lograron extinguir las llamas seis días después, 10 de los 14 distritos de Roma se habían convertido en cenizas.

Parafraseando a Shakespeare “¡Malditos Nerones, desgarrando el útero de su querida madre patria, enrojezcan al menos con el rubor de la vergüenza!”.