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Martes, 31 Octubre 2023 14:48

"Se reagrupa el mapa político: un cráter en el centro"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

El mapa político del país se está reconfigurando ante nuestros ojos. El proceso electoral se convirtió en una especie de campeonato por eliminatorias y cuando sólo quedan dos contendientes, es importante definir qué representa cada uno. Para eso hay algo que se vuelve fundamental: observar la lógica del reagrupamiento.

Podríamos decir que hay un patrón que se produjo en la primaria y se reprodujo en la elección general: en el centro quedó un cráter. La Argentina política quedó reagrupada desde los extremos.

Hacia la centroizquierda quedó claramente trazado un espacio donde el kirchnerismo concentra el voto peronista pero también atrae al voto de ciertos sectores medios de centro que alguna vez ya habían votado por Sergio Massa.

Hacia la centroderecha se reúne el voto liberal conservador que representa Mauricio Macri y el emergente Javier Milei que no sólo es referente del hartazgo sino también de la idea de una economía abierta y desregulada que identifica mucho más a jóvenes nativos tecnológicos de la generación Rapi y de la generación Cripto.

Durante estos días la ruidosa reacción del radicalismo más nacionalista contra el apoyo de Macri a Milei decantó hasta dejar en claro que ellos apoyaban a Massa. La movida fulminante del ex presidente en la cumbre de Acassusso dejó en evidencia un juego de duplicidad que no era nuevo. La relación Morales-Massa es una sociedad de antigua data y tiene carácter político y empresarial. Lo que hay que reconocer, es que hay muchas más coincidencias entre Morales y Massa, que las que nunca hubo entre Morales y Macri aunque pertenecieran a la misma coalición. Si tiene algo virtuoso este sonoro divorcio de Juntos por el Cambio, es que se están sincerando los espacios por ideología y por visión del país y del mundo.

Un país cerrado, con estado intervencionista y arraigo en las tradiciones políticas radical peronista nacionalistas se concentra del lado de un Sergio Massa que aunque ande por los canales de TV repitiendo que no es kirchnerista tiene al núcleo duro K como mayor base de sustento y a la señora Kirchner escondida tras el cortinado.

Un país abierto, con economía de mercado y una impronta modernizadora del estado que no reconoce referentes tradicionales sino un ex presidente como Macri, que comenzó su propio partido como outsider de los grandes espacios, se concentra por su parte, del lado de Javier Milei que además logró conquistar a un electorado joven que no sólo siente que no le debe nada al pasado, sino que encuentra allí la fuente de una intolerable decadencia.

Los que dicen que la dicotomía Kirchnerismo Antikirchnerismo se terminó deberían reconsiderar si acaso hoy no representa una idea de país cerrado versus país abierto en materia económica.

Pero volviendo a la idea del cráter en el centro. En las PASO, Horacio Rodriguez Larreta apostó al centro y en el centro no había quedado nadie. A él y a Morales los votó apenas el 11% del electorado. En las elecciones generales el centro volvió a ser vaciado desde los extremos. Patricia Bullrich que había quedado tensionada entre derecha e izquierda terminó perdiendo votos por los dos lados.

Ahora que todo el padrón queda entre esos dos campos magnéticos lo que definirá la elección presidencial son dos espacios mucho más nítidos ya que los unen las coincidencias y los rivales en común. Esa fue la falencia de Juntos por el Cambio: estaban unidos por el antikirchnerismo y el peligro para la república, pero no por una visión común del país. Y eso terminó de hacer eclosión cuando los sectores que se sentían más identificados con el centrismo de Horacio abandonaron a Patricia aún antes de perder la primera vuelta. Más bien se habían quedado cerca por si la suerte caía de su lado. Lo que unían los votos, luego no unieron las ideas.

Podríamos concluir en que para cualquiera de las vertientes será más fácil encarar un gobierno desde la coincidencia programática que sin ella.

Pero hasta aquí el análisis es incompleto. El voto final definirá dónde elige pararse la mayoría del electorado. Si tomamos los votos de la elección general y consideramos las similitudes entre Patricia Bullrich y Javier Milei, podríamos deducir que hay una nueva mayoría de centro derecha con capacidad de imponerse. Por eso la estrategia del gobierno es alentar el ausentismo con el feriado y promover el voto en blanco.

La discusión sobre si votar en blanco es votar por Massa tuvo ayer un ejemplo interesante. Si todos los que no votaron por Milei votaran en blanco el próximo 19 de Noviembre, se reiteraría un triunfo de Massa que elevaría su porcentaje a 55%. Eso explica la avidez del ministro de economía por pregonar las bondades de la supuesta neutralidad. Lo que también la explica, es el temor de haber tocado un techo en sus votantes. Por eso su desesperada caza de radicales y el tupé de recitar el preámbulo como Alfonsin.

Una encuesta interna que recibió el ex presidente Macri, muestra que el 60% de los votantes de Patricia Bullrich al menos, votaría por Javier Milei en la segunda vuelta. Para atenuar ese traslado se espera una fuerte campaña de demonización del candidato libertario en las semanas que vienen. Massa cuenta con todo el aparato del estado para lograrlo.

Del otro lado, Javier Milei, buscará combinar una moderación de lo extremo sin perder la frescura de lo nuevo y seguirá teniendo como aliada a la crisis económica. Una crisis que en episodios terminales como la falta de combustible sigue enviando un mensaje a toda la sociedad: que esto, así como está, ya no aguanta más.