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Marta González: "Mi voluntad es más fuerte que el cáncer"
Sábado, 01 Febrero 2025 22:16

Marta González: "Mi voluntad es más fuerte que el cáncer"

La reconocida actriz habló en profundidad en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su carrera artística, su infancia, sus comienzos y cómo, sin pretenderlo, se convirtió en un ejemplo de resiliencia y fuerza de voluntad. Perdió un hijo, tuvo un ACV, supero tres veces al cáncer y, pese a que ahora está atravesando nuevamente la enfermedad, sigue subiéndose a los escenarios a actuar con “Madre hay una sola, dos serían demasiado” junto a Nancy Anka y además brinda aliento, desde sus redes sociales, a quienes también están transitando la dura enfermedad: "En mi vida tuve muchos dolores, pero también mucha suerte. Mi carrera me ha salvado de todas las situaciones malas de mi vida. Cuando no estoy en el escenario, a veces duermo todo el día por la medicación, quizás muchos no lo entiendan, pero para mí las tablas y el cariño incondicional del público me hacen olvidar todo lo malo y seguir adelante. No quiero quedarme tirada en una cama y eso es lo que comparto en mis redes sociales. Hay muchas personas que están pasando por algo parecido, me dicen que mis posteos los ayudan a seguir adelante y eso me llena el alma." Aseguró Marta, que cumplió 80 años de edad, tiene 77 de carrera artística, la jubilación mínima y aun trabajando no llega fin de mes.

Marta es madre, abuela y sobre todo actriz. La actuación la ayudo a salir adelante en los momentos más difíciles de su vida. Actualmente, mientras sigue con su tratamiento Oncológico, se encuentra realizando junto a Nancy Anka “Madre hay una sola, dos serían demasiado” en Villa Carlos Paz. La obra explora las relaciones familiares con humor y ternura, y se presenta en los teatros Zorba y La Llave. De jueves a domingo a las 22hs en el  Teatro Zorba, en Villa Carlos Paz. Todos los miércoles a las 21 horas, en el Teatro La Llave, en la ciudad de Córdoba. Y, los demás días, recorren los teatros de la provincia. Marta es suave, tierna y muy querida por el público. Pero su suavidad no implica fragilidad. Hace frente a su enfermedad, aprieta el puño y sale a escena: "El teatro es mi gran salvavidas, me sigo agarrando del teatro para sobrevivir. Es vida. Lo hago porque siento que estoy brindando amor cuando hago una función. Y resulta que el amor que recibo es más grande que el que doy. Estoy muy feliz con la obra y esté presente. Nancy Anka es un sol, nos llevamos de maravilla y la obra creció muchísimo con su incorporación. Le puso su impronta y eso sumó muchísimo. El argumento se centra en Claudia (el personaje de Nancy), quien regresa a la Argentina tras el fallecimiento de su padre para reencontrarse con su madre. Aprovechando la ocasión, Claudia se prepara para hacer una importante confesión, sin imaginar que su madre tiene una revelación que cambiará sus vidas para siempre. Yo siempre digo que es el enfrentamiento de dos generaciones. Una madre que llena su vida de telenovelas turcas y no ve el avance en su vida propia. El Público se divierte mucho, se emociona… y eso me pone muy feliz, me dan ganas de estar siempre en escena. Disfruto mucho hacerla. Las tablas me hacen olvidar todos los males. En el único lugar que no me canso es el escenario. A veces tengo ganas de dormir todo el día, pero me levanto feliz para hacer la función. Muchos lo ven como un sacrificio, para mí es una bendición.” Aseguró la actriz que sigue subiendo a los escenarios pese a estar en pleno tratamiento contra el cáncer.

 
Marta que se siente acompañada por el público desde toda su vida, decidió compartir con sus seguidores lo que le está pasando y su día a día. Primero lo hizo mediante un video que publicó en su cuenta de Instagram. Comenzó contando, en su momento, que le volvieron a descubrir células cancerígenas después de realizarse una nueva biopsia. La actriz, que venció al cáncer de mamas en tres oportunidades, refiriéndose a su actual estado de la salud, reveló: “Estoy tratando de parar la metástasis. Estoy con una medicación dándole con todo. Toda la artillería esta apuntada ahí, a las pequeñas ramificaciones. Siempre tuve cáncer de mama  primario. Esta vez se volaron las células a la piel. Es el cuarto cáncer que atravieso. La primera vez que tuve cáncer fue cuando Leandro, mi hijo, decidió irse a vivir a México. Luego a los seis meses de su muerte me hice estudios y vieron otro.  Y con el tercero me hicieron mastectomía y tenía que seguir tomando una píldora durante ocho años más… y ahora… otra vez el resultado no salió como me hubiera gustado, pero le estoy dando batalla. Tengo cáncer de mama alojado en la piel. Hago el tratamiento y sigo trabajando. Tengo una oncóloga que es un ángel, la Dra. Victoria Constanzo, ella me cuida y me mima mucho. El Fleming me está salvando la vida, ya hace 25 años que estoy luchando con el cáncer, que soy una enferma oncológica. Pasé por diferentes etapas, Quimio, ahora tratamiento… Es tan fuerte este tratamiento que me cansa mucho, pero me subo al escenario y me olvido de todo. Ahí no soy Marta, soy Bety, y el público se merece lo mejor de mí y yo intento dárselo. Eso me hace feliz. Siempre digo que lo último que se debe perder es la esperanza. Y yo siempre me aferro a eso.” Aseguró.
 
Marta es muy creyente y cuenta sin dudarlo: “La fe me salvó la vida muchas veces y me sigue salvando. Tengo la dicha y el don de que cuando pido tan fervientemente por alguien, se me da. Creo en Dios y sé que si no se da lo que yo pido es mucho mejor para el que estoy pidiendo. Sentí muchas veces la presencia de la santísima virgen. La primera vez que fui a Crocia a visitar a la Virgen de Medjugorje sentí un olor a rosas muy fuerte. Miramos y no había rosas en ningún lado. Era la presencia de la virgen. No fue la única vez. En otra oportunidad, en San Nicolás, en Rosario, giraba el sol de una manera muy especial, como en el milagro de Fátima.  Cada vez que el sol giraba, los rayos eran celestes y rosas como el manto de la virgen y nos veíamos del color que proyectaba el sol. No lo vi yo sola. Lo vieron también mi hermana, mi amiga Bety, otra señora que ahora está viviendo en EE.UU y toda la gente que estaba en el lugar, que era mucha. No habíamos tomado nada, ni fueron alucinaciones. Fue realmente hermoso, muy fuerte y muy emocionante. Nos quedamos impactados con esa manifestación que nos hizo la virgen y hasta el día de hoy me pregunto: ‘¿Por qué a nosotras?’. Ella nos eligió. Me siento una privilegiada. A Dios y a la Virgen hay que buscarlos. Ellos no se meten de prepo en la vida de nadie. Si lo necesitas de verdad y lo invocas, el siempre está. Siento que Dios está conmigo siempre. Con el tema de no estar en mi casa, el trabajo y el tratamiento no estoy yendo tanto a misa. Pero sé que Dios siempre está, siempre me cuida, lo siento. Uno va a misa por necesidad propia, porque nos hace bien a nosotros. A Dios no le importa una misa más o menos, mientras lo tengas todo el día en tu corazón. Yo lo tengo todo el día en mi corazón y en mi boca. Vivo nombrándolo y pidiéndole cosas, incluso antes de salir a escena o subir al escenario. Siempre lo tengo al lado mío protegiéndome y dándome este resto de vida." Contó emocionada.
 
 
Su verdadero nombre es Martina Agustina González. Nació el 28 de noviembre de 1944 en el Hospital Rivadavia (donde actualmente su hija es jefa de obstetricia). Debutó como actriz a los tres años, trabajando como extra junto a sus hermanos. Tiene 80 años y hace 77 que trabaja. Recibe la jubilación mínima y llega a fin de mes gracias a la ayuda económica de su hija, pese a que ella jamás deja de trabajar, ni aun llevando adelante un tratamiento oncológico: “La vida esta difícil económicamente para todos, no solamente para mí. Yo tengo dos ángeles: uno que me cuida desde el cielo (Leandro, su hijo fallecido) y otra, que es mi hija Mercedes, que me cuida en la tierra. Mercedes se ha convertido casi en una madre para mí, me cuida y está atenta a mis cuentas y las cosas que tengo que pagar. Ella me ayuda, yo con la jubilación mínima mucho no puedo hacer, pero gracias a Dios tengo trabajo y eso es una bendición para mí. Me ayuda psicológicamente pero también económicamente que, como para todos, es importante. Si no trabajara no sabría qué hacer porque toda mi vida trabajé. Y económicamente no puedo dejar de hacerlo porque nunca hice tanta plata. Estuve unos meses sin trabajar cuando falleció mi hijo. Creí que no iba a poder volver, pero Jorge Lafauci -que es un gran amigo- me dijo que lo que me iba a salvar era volver a trabajar y tenía razón. En ese momento yo lo miré y dije: '¿Qué está diciendo este loco? ¿Cómo me va a decir eso?'. Yo no quería trabajar, no quería vivir, imagínate.  Volví gracias a Nora Cárpena, que me ofreció hacer el papel de Moria Casan en Brujas, y estuvimos de gira durante tres años. Mi hijo falleció en febrero de 2001 y en octubre me llamó Nora, en esos meses no pude parar de llorar. Y en los primeros tiempos, cuando terminaba la obra, tampoco. La muerte de un hijo no se supera jamás, pero, aunque parezca increíble, todo se acomoda. Convivís con el dolor. Siempre uno tiene que ver lo que tiene y no lo que no. Yo tengo una hija maravillosa por la que seguir viviendo y Lean me cuida desde del cielo. Mi hija y a mi yerno que me ayudan. Si no, no podría llegar a fin de mes. De verdad. Igual, no estoy llorando porque vivo en un edificio divino, pero me lo compré laburando. No le debo nada a nadie, excepto a la gente que me siguió toda la vida. Yo tengo la jubilación mínima. Este año se cumplí 75 años desde que se estrenó mi primera película... Me pude jubilar con la mínima de ama de casa. Te imaginarás. Empecé a trabajar a los 3 años, aunque recién a los 18 pude empezar a hacer aportes. 
 
Marta desde que tiene recuerdo es actriz y así rememoró sus comienzos: “Mi mamá, que era extra, nos llevaba a los cinco hermanitos a los sets, y, sin embargo, la única actriz soy yo. Al primero que llevó fue a Gerardo (quien fue productor de televisión) porque era muy lindo y después al resto de nosotros. Mi mamá era una gallina, que iba con los cinco pollitos a todos lados. Mi hermana María Esther, que es la menor, casi nació en la película ‘¡Qué hermanita!’, que protagonizó Olga Zubarry. Nació y a las dos semanas volvimos y los utileros le habían hecho un canastito donde ella se quedaba tranquilita. Me crie en el medio y siempre me cuidaron mucho todos. Cuando trabajaba con Los cinco grandes del buen humor, ensayaban los chistes y me hacían salir porque yo era muy joven para escuchar ciertas cosas. Mi amor por este trabajo lo descubrí después, de chica lo hacía jugando, aunque también era una obligación porque necesitaba ganar plata para ayudar en casa. Mi papá era empleado, teníamos una casa chorizo que construyeron mis abuelos en lo que hoy es Palermo Hollywood, nunca nos faltó nada, pero tampoco nos sobraba. Nunca jugué con muñecas y a los 9 me angustiaba si no firmaba contratos. Empecé de muy abajo y estuve mucho tiempo entrando por la puerta del costado. El día que entré por la puerta grande me puse a llorar de la emoción, aún hoy me emociona el recuerdo y se me entrecorta la voz de contarlo.”
 
“Debuté a los 3 años, en la edad de oro de la cinematografía nacional. Era una película en blanco y negro: ‘La cuna vacía’, la historia de vida de Ricardo Gutiérrez, fundador del Hospital de Niños. En la escena, Ángel Magaña entra a una sala a visitar a un pequeño paciente y le obsequia un muñeco a un niño. Fuera de libreto, una nena se indigna porque a ella no le entregaron el juguete y se lo reprocha al falso médico, esa era yo. Detrás de cámara, todos se rieron por mi reacción. Arruiné una toma, pero nació como actriz. Desde ese momento hasta hoy no paré. Solo los meses después del fallecimiento de mi hijo Lean. Mis juegos eran hacer personajes, estuviera trabajando o no. Jugaba a ser diferentes cosas. Jugaba a ser, como lo hacen los actores, y lo hago hasta el día de hoy. Éramos 5 hermanos: Gerardo, Mecha, yo, Gustavo y María. Siempre fuimos y somos muy unidos. Nuestra vieja nos enseñó que eso era lo más importante. Con todos mis hermanos éramos extras para poder ganar un poco de plata, para nosotros era una fiesta, no lo vivíamos como trabajo, aunque sentíamos la responsabilidad de hacerlo. Para mí por eso los chicos no deben trabajar, porque empiezan a tener como la angustia de no empezar a llevar plata a tu casa, cuando no te sale trabajo. Yo por lo menos lo viví así, porque en mi casa la plata hacía falta. Yo sentía la responsabilidad de tener que ayudar, por más que era muy chica. ”
 
Siempre resiliente en su manera de afrontar la vida, la actriz que debutó en cine, con solo tres años, en “La cuna vacía” un film dramático protagonizado por Ángel Magaña, Susana Campo y Alberto de Mendoza; llegó a superar los 50 puntos de rating protagonizando novelas como “Ella la Gata” y “Estrellita, esa pobre campesina”; participó en el Festival de cine de San Sebastián con Boquitas pintadas; fue jurado internacional en el Festival de Huelva y a lo largo de su carrera conoció a Gabriel García Márquez, Fidel Castro, Sofía Loren, Richard Burton y Alain Delon, entre tantos otros… sobrellevó los peores dolores y golpes de la vida sin dejar de actuar. Un gran ejemplo de cómo seguir adelante, pese a todo, nunca bajando los brazos.