En el noveno día de la ofensiva militar, las autoridades locales ucranianas informaron que las fuerzas rusas habían tomado el control de la central nuclear de Zaporiyia NPP, la cual es una de las más importantes de Europa. Mientras los bomberos conseguían apagar el fuego, si bien no provocó víctimas mortales, la preocupación terminó de dominar por completo al país liderado por Volodímir Zelenski porque “si explota, sería diez veces peor que Chernobyl”, explicó un funcionario ucraniano para poner en contexto al peligro al que se enfrentan.
Se trata de una central operada por la empresa NNEGC Energoatom (Compañía Nacional de Generación de Energía Nuclear de Ucrania que opera las cuatro centrales nucleares del país). La misma genera hasta 42 billones kWh de electricidad, lo que representa cerca de un quinto de la producción anual de electricidad en Ucrania (desde 1984 hasta diciembre de 2021, generó 1.23 trillones de kilowatt-horas de electricidad). Además, tiene seis reactores de agua presurizada.
Zaporiyia NPP fue fundada apenas dos años antes de que sucediera la tragedia de Chernobyl. Ante la noticia del ataque ruso de este jueves, este hecho fue recordado por el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, el cual mencionó que “si explota, sería diez veces más grande” que el accidente nuclear de 1986.
A su vez, el asesor del presidente ucraniano, Mykhailo Podolyak, tomó la palabra para decir que “Europa está en riesgo de repetir una catástrofe. Los rusos deben parar”.
Esta planta cuenta con seis piscinas de enfriamiento con cientos de toneladas de combustible nuclear altamente radiactivo. Según indica la organización Greenpeace, de los seis reactores que posee la central, tres fueron cerradas desde que comenzó la guerra.
También, la organización ecologista hizo mención a que una explosión de la central podría dejar muchas tierras “inhabitables por décadas”. En un documento reciente, explicaron que “en el peor de los casos, donde las explosiones destruyen los sistemas de refrigeración y contención del reactor, la posible liberación de radiactividad tanto del núcleo del reactor como de la piscina de combustible gastado a la atmósfera podría crear un desastre mucho peor que la catástrofe de Fukushima Daiichi de 2011”.
Al respecto, James Acton, codirector del Programa de Política Nuclear de Carnegie Endowment for International Peace, mencionó que lo más preocupante de esta situación es que, si los incendios interrumpen los sistemas de enfriamiento de los reactores, no van a poder enfriarse por sí mismos, lo que significa que “el combustible del interior podría sobrecalentarse y derretirse”.