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Piero: "El retiro no está en mis planes"
Domingo, 02 Marzo 2025 17:06

Piero: "El retiro no está en mis planes"

El reconocido cantante y compositor italoargentino, poseedor del “Grammy Latino” a la “Excelencia Musical”, que comenzó su carrera artística en el seminario sacerdotal, conversó en Íntimamente con Alejandra Rubio de su vida, su infancia, los comienzos de su carrera y como sigue viajando y llevando sus canciones por el mundo: “La edad es una actitud. Cumplo 80 este año. Yo con esta edad trato de tener 15, 16 años, que es cuando sos revoltoso, inconsciente y no pensas en los no. Solo proyectas las cosas que queres hacer… La música me acompaña desde que era muy niño y es algo que de una u otra manera, nunca podre dejar.”

Piero, nació en Italia, más precisamente en Galípoli, el 19 de abril de 1945. Su nombre completo es Piero Antonio Franco De Benedictis Scigliuzzo. Así cuenta él mismo su propia historia: “Nací después de la 1ra Guerra Mundial, en el año 1945. Después de la guerra hubo una gran malaria. Mi padre, que era lo que se estilaba en ese momento, se vino a Argentina a buscar trabajo. Mi mamá me ponía arriba de la mesa para no agacharse y me peinaba. Me peinaba una banana en el pelo. Yo preguntaba todos los días por mi papá, quería saber dónde estaba. `En América´, me decía mi mamá. Me explicaba que había que ir hasta la estación, tomar el tren hasta Génova y de ahí tomar el barco. El barco tenía que cruzar todo el océano y llegar a Buenos Aires. Ahí encontraría a mi papá. Tenía dos años y medio y todos los días, hacíamos la misma rutina: Mi mamá me llevaba hasta la esquina y me miraba caminar 50 metros hasta el jardín de infantes de las monjas. Un día ella me va a buscar y yo no estaba en el jardín. Se preocuparon todos y empezaron a buscarme. Era imposible que no estuviera en el jardín. A las 4, 5 horas me encuentran en la casa de una amiga de mi mamá, que era planchadora. Ella tenía todo abierto y veía pasar a los amigos. Mi mamá pasa buscándome por ahí y la planchadora le dice `acá está Piero´. Me encontró a 12 cuadras de mi casa y le conté que me iba América a donde estaba mi papá. Yo estaba con la vianda y mi mamá me preguntó qué hacía ahí. Yo le respondí que me iba a la América. Desde que tengo uso de razón que quería venirme para acá. Mi sueño era tomarme el barco y llegar a la Argentina.”

Desde muy niño viajo en barco hacia Argentina, donde con solo 3 años conquistó al público del navío: “Cuando mi padre consigue trabajo acá nos mandó a buscar. Viajamos con mi mamá y mi hermana de once meses. En un momento yo me perdí en el barco. Mi mamá estaba sola en el camarote cambiándole el pañal a mi hermana y se dio cuenta que yo no estaba. Ante su desesperación tuvo que dejarla sola arriba de la cama para salir a buscarme. Cerró con llave el camarote y me empezó a buscar por todo el barco. Inclusive mandó a decir por los parlantes que buscaban a un niño con un jardinerito y peinado de banana e. Me buscaron por todos lados y nada. Después de varios minutos, aparecí en el tercer piso. Estaba arriba de una mesa cantando con un grupo de jugadores de fútbol o de atletas olímpicos. Eran argentinos que volvían de Europa. Yo estaba con un chocolate en cada mano, todo sucio y cantando con los muchachos. Ese fue mi primer show con público que no fuese mi familia y mi primera paga fue en chocolates. Mi mamá casi se muere del susto, pensó que me había caído del barco y yo feliz cantando por unos chocolates.”

Piero llegó a Argentina en 1948 cuando tenía 3 años. Su familia estaba integrada por su papá Lino, su mamá Ornela, y su hermana Gabriela. Se radicó en la localidad de Banfield, en el sur del Gran Buenos Aires, hasta 1951, cuando se mudaron a Allen (provincia de Río Negro) donde su padre pudo seguir adelante con su negocio de radios y tocadiscos. En el sur Piero cursó la escuela primaria y se inició en la música tocando el piano. Nadie en su familia era músico, pero él la vocación la llevó siempre en la sangre: “No había antecedentes en mi familia. Mi mamá cantaba muy bien, pero no era cantante. Fue una cantante frustrada. Le gustaba cantar. Un día se presentó en un concurso de Radio Belgrano y, de muchísimos concursantes, quedó entre los finalistas. Ella le escribió al padre para que le diera permiso y el padre no la dejó. En esa época estaba muy mal visto que una mujer fuese artista. Él no quiso saber nada y ella se quedó ahí con esas ganas. Yo estudiaba teclado, pero me resultaba muy tedioso. Mucha práctica, muy formal… Me deslumbre cuando descubrí la guitarra en el seminario. El poder sacar un tema esa misma tarde fue revelador. Ahí descubrí mi profesión. Me dije esto es lo que yo quiero hacer el resto de mi vida. Yo tocaba teclados, pero los maestros de teclados en esa época eran muy aburridos. Eran puros ejercicios aburridos. Toqué bandoneón, armonio… todas cosas que iban por las teclas. Hasta que un día encontré a un compañero con una guitarra y me cambió la vida. Fue algo muy fuerte. Saqué una canción en una tarde y no paré más. Quedé totalmente fascinado. En ese momento descubrí mi vocación. En ese tiempo no existía el estrés, sino el surménage y yo mentí que tenía surménage para poder estar en la enfermería. Porque hasta que te diagnosticaban pasaba un montón. Me hice una madera con seis hilos y los clavos para poder practicar sin hacer ruido y no molestar. Y ahí en pocos meses ya tocaba casi como ahora.”

Terminó el colegio primario y su sueño era regresar a Buenos Aires. Fue así que se metió en el sacerdocio, sin entender demasiado que se convertiría en cura. Lo único que le importaba, era que de Viedma, donde se estudiaba, después podían trasladarlo a Villa Devoto, en Buenos Aires: “En Banfield estuve hasta los siete años, hice primero inferior y la mitad de primero superior. Mi viejo tenía un negocio que vendía combinados, tocadiscos, discos… Y un día cuando va a abrir se dio cuenta que le habían robado todo. Ni el mostrador le habían dejado. No tenía seguro y tenía empezar nuevamente de cero. Se encontró con un amigo y le dijo: ‘¿Por qué no te venís a Allen? Allá funciona todo bien y es una zona de mucho progreso’ Y nos fuimos para allá, para el alto valle de Río Negro. Muy distinto el sur de Buenos Aires. Recuerdo viajar de Banfield a constitución y para mí era como llegar a Nueva York. Era una maravilla y eso de chico te pega. El ver esa ciudad con tanta fuerza... Cuando viajamos al sur, yo solamente pensaba en el día que volviera a Buenos Aires. En Allen terminé la escuela primaria, en la escuela N23 y ahí, cuando tenía que empezar el secundario, cambio todo. Le pregunto a mi amigo Valerio que iba a hacer y él me dijo que se iba a Viedma al seminario. Me contó algo del seminario, pero yo no entendí muy bien. Yo tenía 11 años y lo único que entendí que eran dos años en Viedma y ya tercero, cuarto y quinto eran en Villa Devoto, en Buenos Aires. Entonces pasó a ser un pasaporte hermoso a Buenos Aires, que era mi objetivo. Le pregunto a mi amigo que tenía que hacer y él me dijo: ‘Nada, solo hay que decirle al cura’ En ese mismo momento, como estábamos en la plaza y enfrente estaba la iglesia, estaba el cura. Me acerco y le digo: ‘Padre quiero ser seminarista’ El padre me dice: ‘¿Vos al seminario? ¡Si te di la comunión hace como dos o tres años y nunca más te vi en la iglesia! No pasas ni por la vereda de la iglesia. ¿Lo pensaste bien? ¿Lo hablaste con tus padres?’ Y yo le dije que sí, que estaba todo bien. Y él me contestó: ‘¿Sabes que el lunes ya salen todos para Viedma? Yo le dije: ‘Si, si’ Me fui a casa le dije: ‘Papá ya hablé con el cura, el lunes me voy al seminario’ Mi padre no entendía nada. Me dijo: ‘¿Vos al seminario? Y yo le conteste que sí, que el cura ya me había dicho todo que sí y que el lunes me iba al seminario. Ni mi papá, ni mi mamá entendían nada. No me pusieron trabas y el lunes ya estaba viajando hacia Viedma, que estaba a 440km de Allen. Llegamos, nos duchamos y nos fuimos todos a la capilla que hablaba el rector. Y el rector dijo: ‘Bueno, Bienvenidos… Bla bla bla… y hablando en un momento dice: ‘Y el día de mañana, cuando ustedes sean sacerdotes…’ Y ahí recién me di cuenta que no era un colegio de curas, era una fábrica de curas. Era donde los curas se formaban para serlo. Me agarró una gran angustia y desesperación. Le pregunto al de al lado: ‘Vos vas a ser cura’ y me contesta: ‘Sí’ Le pregunto al del otro lado: ‘¿Vos vas a ser cura?’ y me contesta: ‘Y, sí’ ‘Y vos Valerio’ le pregunto a mi amigo. Y él me contesta riéndose: ‘Claro que sí’ Se había dado cuenta que yo no me había dado cuenta y que no estaba ahí por vocación sacerdotal. Termina la charla y voy a hablar con el rector. Le digo: ‘¡Padre acá hay un error gravísimo!’ y le conté todo. El rector me dijo: ‘falta un mes y medio para que empiecen las clases, quédate el tiempo que quieras’ Yo no quería volver a Allen y después de mucho pensarlo, hice un convenio con Dios de seguir estudiando ahí y seguir para adelante.”

Continuando con su historia, Piero recuerda: “Estudie los dos años en Viedma y ya en Villa Devoto, donde está el seminario mayor y menor, en el seminario mayor conocí a Carlos Mujica, Alejandro Mayol, Richard Deli, Morales, todos curas que se destacaron después en trabajar con los barrios, con la gente, por el tercer mundo, etc. Aprendí mucho de ellos y con el tiempo descubrí el porqué de mi equivocación. Era mi destino, relacionarme y formarme junto a esa gente. Me marcaron muchísimo. Me hice amigo de muchos de ellos y fueron como mis maestros. Me fui quedando, hice tercero, cuarto y quinto, pero para mí era un mientras tanto, sabía que no quería ser sacerdote. Con algunos compañeros, hicimos un grupo que se llamó ‘Los Ponchos Negros’, por las sotanas. Y también cantaba solo y había grabado caseramente algunas canciones. Luego me volví a Allen a dar unas equivalencias y estando en Allen me llegó una carta de mi amigo que dice: ‘Mira, de lo que dejaste grabado, hay un tipo que escuchó tu cinta y le gustó mucho. Tendías que venir porque está buscando gente nueva y quiere conocerte’ Era un productor de Canal 9. Ir hasta Buenos Aires y volver, salía 7.500 pesos le pedí la plata a mi papá y cuando llegué al lugar, no me animé. Me agarró como un pánico escénico. Para mí los artistas eran gente rara, distinta, como de otro planeta, de otra galaxia. Y yo era un tipo normal, no era un artista, era un tipo que le gustaba cantar y nada más. Me gasté la plata prevista y me volví a Allen. Me llama de nuevo mi amigo, me recrimino que no fui y me dice: ‘Volvete, que todavía te espera’. Fui a pedirle nuevamente plata a mi papá y mi papá me dijo que no, que ya me había dado. Entonces me puse a trabajar sellando cajones de manzana hasta conseguir la plata. Eran 15.000 por mes, trabaje 15 días y renuncié y me vine nuevamente para Buenos Aires. Ya en Buenos Aires, me invitan a pintar un colegio y ahí había un televisor y me dije, me tengo que animar. Dejé la brocha y me fui con mi guitarra a canal 9. Ahí me encuentro con el productor Mario Rush y le canté un par de temas, pasa Roberto Galán y le dice Mario: ‘Mira, escucha a este pibe’ Canto un par de temas más y pasa Santos Lipe y me piden que le cante, pasa Antonio Carrizo y lo mismo. Hasta que en eso, pasa Alejandro Romay, me escuchó y también le gustó. Estuve cantando de las 10 hasta las 12 y arrancaba un programa de Galán que se llamaba ‘Remate Musical’, Galán me dice: ‘¿Pibe, no te animas a cantar ahora? Vos venís muy bien a lo que necesitamos’ Le dije que sí y debuté ahí cantando un par de canciones. Cuando terminó carrizo me dijo: ‘Venite el sábado que arrancamos con ‘Sábados Continuados’. La cuestión no solo que debuté ese día y ya tenía propuestas para seguir, sino que cuando salí del canal, ese mismo día, ya me pedían y fotos. Era famoso. Y a los 15 días ni te cuento. Cantaba de Lunes a viernes con Galán y los sábados con Antonio Carrizo en ‘Sábados Continuados’ Seis de los siete días estaba en televisión. Y en esa época te veía todo el mundo. Pese a que esta era mi vocación y me gustaba muchísimo, yo pensaba estudiar medicina, quería ser pediatra o cirujano. No pensé que con la música iba a poder vivir, creí que era algo pasajero, pero gracias a Dios no fue así.

Piero triunfo y realizó grandes éxitos. Sus canciones "Para el pueblo lo que es del pueblo", "Juan Boliche" y "Mi viejo" fueron éxito en toda América, Europa y aún hoy se siguen cantando. pero la canción con la que ha conmovido y sigue conmoviendo a generaciones enteras, es “Mi viejo” y así relató su creación: “Nos juntábamos todos los días con José Tcherkaski en un departamento chiquito en el que vivía José con su mujer. Un día nos sentamos, se fue su mujer y quedamos solos. Le dije que teníamos que hacer algo para el viejo. En ese momento lo veía a mi viejo como un capo, un súper héroe. Tenía la imagen del viejo que me tiraba para arriba y me atajaba. El tipo era Superman. Era Gardel, más Maradona, más Messi. La cuestión fue que hicimos al revés que siempre porque cuando uno compone escribe y anota todo enseguida. Acá no. Estuvimos diez días pensando todo lo que significa el viejo hasta que un día nos juntamos, escribimos la letra y la música en diez minutos y listo. Para mí, el éxito de la canción, fue una cosa muy fuerte porque no me la esperaba y José tampoco. Su padre había muerto y mi viejo tenía 48 años. Cuando la terminamos me surgió volver a casa a cantársela a mi viejo. Llegué a casa, toqué el timbre, lo encerré en el living y se la canté. Cuando levanto la mirada lo veo llorando al viejo. Eso para mí era de otro planeta, nunca lo había visto llorar. Cuando terminé la canción quedamos en silencio. Yo esperaba su devolución. Se levantó, se vino caminando hasta mi lado, limpiándose los anteojos por las lágrimas, se sentó en frente mío y me dijo: “Ma quién camina lento ¡la puta que te pario!. Jajaja. Fue hermoso.”

En 1976 debe exiliarse de Argentina cuando el terrorismo de Estado intentó secuestrarlo en Buenos Aires. Se refugió en España durante casi cuatro años, en la provincia de Guadalajara, en el municipio de Utande, dónde encontró un viejo Molino que se convirtió en su hogar. Apartado de la actividad musical, Piero se dedicó a la búsqueda espiritual, hasta cuando su hijo Juan, de tres años de edad, fue enviado a España a vivir con él, durante casi un año. Durante su retiro Piero se dedicó a cultivar la tierra y a desarrollar una huerta orgánica, que sería la base para impulsar, años más tarde, su proyecto de eco granjas educativas para chicos de bajos recursos y en riesgo social en varios países de Sudamérica. Pocos meses antes de su regreso a América, Piero vivió en Madrid, Colombia y Uruguay. Durante su vida se sumó a diferentes causas sociales por las víctimas de la guerra en Colombia, contra la Trata de Personas y Hambre Cero a nivel global. Como Embajador de Paz de Buena Voluntad en Colombia, Piero asumió como compromiso fundamental llevar su música a las regiones más apartadas del país, realizar conversatorios y encuentros con las comunidades más duramente afectadas por el flagelo de la guerra, incluyendo las zonas fronterizas, para procurar espacios de sanación y de liberación del dolor y el rencor. Recorrió el continente americano, europeo y varias ciudades de Estados Unidos, realizando recitales. Aún hoy sigue viajando y amando compartir su música y ayudar a los demás, como cuando tenía 18 años.

El artista, dueño de unas 400 canciones y más de 4.000 conciertos realizados en el mundo sigue cantando, viajando y realizando proyectos. Junto a Siete Pasos Producciones realizó una serie para TV: “La serie se llama ‘Tiempo de cuentos y leyendas’, es una serie de ficción infantil familiar, que narra leyendas de América ancestral. Estoy yo junto a Tomás un ratón amigable, a Alejandría la biblioteca y a Asterión un astuto gato. Cada capítulo tiene una duración 30 minutos y pretende enriquecer nuestra vida con nuestro pasado cultural. Nos adentrarnos en las leyendas de los pueblos originarios de América. Es reconocer lo que llamamos "nuestra experiencia concreta" como metáfora, como representación mítica: Las leyendas nunca ocurrieron en un espacio y tiempo histórico pero sus contenidos simbólicos se conectan con la eternidad (en el alma humana) y que por lo tanto tienen el poder de fascinarnos, de conmovernos, de crear destino y estar presentes en lo que llamamos nuestra historia personal, que precisamente es la historia de lo que en nuestra vida es, ha sido y será significativo y esencial. Las leyendas, nos permiten, estar disponibles para "escuchar" al SABIO interior que habita en todo ser humano y que entiende la cualidad de cada etapa de nuestra vida como parte de un ciclo significativo mucho mayor. Por ello la consulta de la biblioteca los libros y el narrador, tienen como misión ayudarnos a evocar esta sabiduría latente. El capítulo 1 se llama: ‘El timbó’ y es una leyenda GUARANI (Argentina - Paraguay - Brasil). El capítulo 2 se llama: ‘El hada de la nieve’ y es una leyenda MAPUCHE (Chile - Argentina). El capítulo 3 se llama: ‘La Mujer Naranja’ y es una leyenda MAYA (México - Guatemala). El capítulo 4 se llama: ‘La estrella que cayó del cielo’ y es una leyenda INCA (Perú). El capítulo 5 se llama: ‘El niño y los lobos’ y es una leyenda SIUX (Estados Unidos). El capítulo 6 se llama: ‘El Coyote y el Hijo del agua’ y es una leyenda APACHE (Estados Unidos). El capítulo 7 se llama: ‘Las flechas mágicas’ y es una leyenda KARAJÁ Y APINAYÉ (Brasil). El capítulo 8 se llama: ‘La Flor de Lirolay’ y es una leyenda COLLA (Bolivia – Argentina). El capítulo 9 se llama: ‘Kuányip el gigante’ y es una leyenda ONA (Argentina). El capítulo 10 se llama: ‘El salto del Tequendama’ y es una leyenda CHIBCHA (Colombia). El capítulo 11 se llama: ‘El caballo de siete colores’ y es una leyenda QUECHUA (Perú). El capítulo 12 se llama: ‘La Serpiente Emplumada Quetzalcoátl’ y es una leyenda AZTECA (México). Y el capítulo 13 se llama: ‘El atrapa sueños’ y es una leyenda SIUX (Estados Unidos). Concluyó el cantante.