Mario Roque Fernández Narvaja es el nombre que figura en el documento de Roque Narvaja. Nació en Córdoba el 10 de febrero de 1951: “Nací en Córdoba, pero no viví en Córdoba. Somos tres hermanos y nos llevamos tres años entre cada uno. Mi viejo se vino a vivir a Buenos Aires y de trajo de un año y unos meses. Mis hermanos mayores tienen recuerdos de Córdoba, pero yo vine de muy chiquito. En mi familia nadie tenía que ver con la música. Solo mi abuelo Clodomiro que tocaba muy bien el violín. Como soy de familia provinciana de ellos heredé el apego por la música de nuestro país y el folklore. Esos fueron mis comienzos musicales. Mi padre fue juez y luego abogado. Mi madre maestra de hospitales. Una actividad muy dura, porque los chicos, los pacientes, por ahí se morían. Fue una familia muy sufrida la mía. De principios, de ideas fuertes. De una manera de enfrentar la vida de hacer las cosas bien. Mi padre fue un hombre fuera de serie, que se hizo así mismo. Era muy pobre y con las notas que había conseguido en un colegio fue becado y admitido en el mejor colegio de Córdoba, en el colegio Monserrat. Y de ahí se convirtió en juez y fue un gran ejemplo para nosotros, de vida, de sacrificio, de entrega y sobretodo de honestidad. De mi viejo herede la correctura, el intentar hacer siempre lo correcto, por más que estuviera en el rock and roll. De los dos heredé el fanatismo por la música. Los dos eran muy melómanos. En mi casa se escuchaba mucha música. Música clásica, se escuchaba folklore, se leía mucha poesía. Se escuchaban discos que leían poesía, que había en aquella época. Básicamente en mi casa había una presencia artística continua y eso me marcó.”
La música siempre le gustó y comenzó a vivirla a muy temprana edad, así relató: “En aquella época se tocaba mucho el piano, pero nosotros no teníamos plata, entonces apareció una guitarra en mi casa. Aprendí a tocar la guitarra junto con mis hermanos de forma autodidacta, tocando canciones de Elvis Presley que se escuchaban en la radio. Yo tuve una profesora muy buena, que era artista del Colón, cuando tenía 8 años, pero tenía las manitos muy chiquitas y no podía hacer las posiciones y la música que me hacía tocar me aburría mucho. Después, con los tres o cuatro acordes que me había enseñado, empecé a sacar canciones de la radio. Apareció Elvis y mis hermanos, que eran mayores, estaban fascinados igual que yo. ¿Qué era eso? ¿De dónde venía? ¿De qué planeta?… Estrenaron las películas y fuimos a verlas. Fue realmente una revolución. Intentando tocar eso, me di cuenta que la música podía ser muy divertida. Pasó el tiempo y mi vida cambio cuando una amiga me prestó un disco de Los Beatles, y ahí decidí ser músico. Yo ya estaba en el secundario, en un colegio de curas y de repente una amiga de mi hermano del medio, le presto un disco de ‘Los Beatles’ y ahí se me descuajeringaron todos los cables. Me volví loco. Yo que escuchaba de chico mucho folclore y música clásica, mi gusto musical tomó vida propia cuando los escuché y ahí decidí ser ‘un Beatles’. De ahí en más todo cambio en mí. Mi vieja me ayudó. Fuimos a un remate judicial y compramos una guitarra eléctrica. Recuerdo que le pedimos la plata prestada a la mucama. Jajaja. Empecé a practicar, a formar bandas y una de ellas se llamó ‘Los Snob’, con los chicos que lo formamos fuimos cómplices y compinches durante mucho tiempo. Con ellos llegó la profesionalidad y llegamos a grabar canciones en inglés. En mi casa había que estudiar o trabajar, hasta ese momento veía la música como un hobby. Tenía deseos, pero tenía los pies sobre la tierra. Yo sabía lo que tenía que hacer que era estudiar. En ese momento yo tenía 16 años y comenzamos a ser un éxito. Tocábamos en fiestas y comenzamos a tocar en treos o cuatro fiestas por sábado. Después vino ‘La joven guardia’. Cuando hicimos ‘El extraño del pelo largo’ yo todavía estaba en el colegio, en quinto año. Comenzamos a ganar bastante plata y yo todo lo que ganaba se lo daba a mis padres.”
“‘El extraño de pelo largo’ lo escribí cuando mi mamá estaba haciendo la comida. Yo estaba arriba con la guitarra tratando de buscarle la vuelta a la canción y mi mamá me gritaba que se enfriaba la comida. La cotidianeidad de cualquier adolescente esa edad. Tenía 17 años. Yo todavía estaba en el colegio, en quinto año. ‘¡Baja a cenar! ¡Deja esa guitarra! ¡La comida se enfría!’ y baje con la canción bastante terminada. Al otro día la llevé al ensayo y enseguida los chicos se dieron cuenta que podía funcionar. Le buscamos un arreglo de la música que se hacía en aquella época. Quisimos hacer algo parecido a Aretha Franklin con los tres acordes que conocíamos y en el Río de La Plata. Jaja y salió lo que salió. Nunca creímos que estábamos haciendo un éxito que perduraría hasta hoy, 55 años después. Yo era muy chico. Grabamos. Se convirtió en un gran éxito y nos cambió la vida para siempre. De repente pasó un tsunami. Fuimos a Mar del Plata a trabajar a un boliche ese verano. A nuestro productor le había gustado mucho una canción que había hecho yo ‘Motores de papel’ que estaba en el lado B del disco y decidió promocionarlas con todo a las dos durante todo el verano del 69. Cuando llegamos en marzo a Buenos Aires la vida había cambiado mucho. Habíamos dejado de ser los chicos que ensayábamos en un garaje prestado en caballito y éramos un grupo muy, pero muy famoso. Ahí dejamos de ser quien éramos. Dejamos de tener una vida, de decidir sobre nuestras vidas… Empezamos a vivir en un cuarto, en un auto, en un avión, en un set de filmación y un estudio de grabación. Comenzamos a vivir la locura de fama y las fans. Era lo que habíamos soñado, pero llegamos a preguntarnos todos los días si eso era realmente lo que queríamos. Fue muy duro. Eran tremenda las responsabilidades y, por momentos, queríamos volver el tiempo atrás para volver a la ilusión, a reírnos, a hacer cosas de chicos, a jugar al fútbol…” Aseguró el músico.
El nombre de “La joven guardia” lo tomaron de la novela “La guardia joven”, del escritor ruso Aleksandre Fadéyev. Y tuvimos éxitos que se conservan a través de las décadas en las hinchadas de fúbol, como “La extraña de las botas rosas”, “La reina de la canción”… Y el tema con lo que explotó todo, “El extraño de pelo largo”: “’La joven guardia’ fue el primer conjunto nacional. El primer grupo que recorrió realmente el país. Fuimos pioneros. Llegamos a donde no había llegado nadie. Ni un tanguero, ni un folklorista. Nadie. Le abrimos el camino a muchísima gente. Con la guita que gané me compré un auto OK al contado. Con ese auto aprendí a manejar. Luego me fui a los Estados Unidos a comprar equipos y el resto se lo seguí dando a mis padres. ¡Yo todavía vivía con mis viejos! A los 22 me fui de casa con una estudiante de psicología, de Junín, y estuvimos juntos durante décadas aquí y en España.” Aseguró Narvaja.
Cuando formó parte del grupo La Joven Guardia, era el guitarrista, pero pasó a ser la voz. Luego en 1972 inició su carrera como solista, con el disco Octubre. Este disco contiene canciones de protesta y letras politizadas como en el caso de «Revolución mi amor», «Camilo y Ernesto» (sobre los revolucionarios Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara) y «Balada para Luis», dedicada a Luis Pujals (militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT) que según el propio Narvaja ‘simbolizaba un revolucionario que estaba secuestrado, fue uno de los primeros desaparecidos’. Las canciones no fueron bien vistas por el gobierno del aquel entonces, por lo que Roque fue prohibido por el gobierno militar que terminó con la democracia en 1976: “En la dictadura entraron dos veces a mi casa, me robaron los discos de oro y de platino hasta que llegó un oficial a la (discográfica) EMI, yo estaba grabando y me prohibieron directamente”, recordó el cantante que por entonces militaba en la Juventud Peronista y logró su máximo esplendor en España con su tema “Santa Lucía”, de Miguel Ríos, donde en cinco años realizó siete giras.
En ese año 1969 Roque filma dos películas: El extraño del pelo largo y El profesor Hippie con el recordado Luis Sandrini. Ambas producciones batieron récords de venta y recorrieron el país. Se convierte en solista. En Madrid sigue cantando y componiendo. Una canción suya se convierte en “algo más que un éxito” al decir de Joan Manuel Serrat y en la voz de Miguel Ríos, “Santa Lucía” es elegida una de las mejores canciones del siglo XX. Continúan sus éxitos ya en su propia voz con “Menta y Limón”, “Yo quería ser mayor”, “Un amante de cartón”, entre otros, todos en los primeros puestos de venta.Sus canciones fueron re versionadas por intérpretes como Juan Carlos Baglietto, Julia Zenko, Ricardo Montaner, Miguel Rios, Ricardo Iorio, Los enanitos verdes, Hilda Lizarazu y Los Nocheros entre otros.
Luego de exiliarse en España durante 20 años, y romperla en ese país, decidió finalmente volver, y así lo cuenta: “Era lo que tenía que hacer en ese momento. No solamente por los fantasmas de la vuelta sino también porque yo tenía muchísimo más público en la Argentina, que me reclamaba. En España tenía que remarla, porque es muy difícil colar un gol. Hay gente que lo logra con más facilidad. A mí siempre me costó mucho. No estoy dotado para ser un ídolo de la canción. Soy petiso, cuando empecé era flaquito, soy narigón, por suerte tengo todo el pelo... Pero, bueno, no era un tipo que con la pinta las mataba. Todo lo contrario. A mí me costaba un montón. Después me ayudó muchísimo cuando se pusieron de moda tipos como Dustin Hoffman o Al Pacino (risas), que eran bajitos y narigones también. Ahí empezamos a hacer un club diferente, una escudería.”
No todo el mundo sabe que Roque es aviador profesional. Pensando qué hacer con su vida, decidió junto a Laura, su compañera, instalarse en Rosario y empezar de nuevo. Fue así que estudió aviación (ya era piloto desde el 93) y al terminar comenzó a dar clases: “Era un berretín de pibe; yo quería volar. Mi viejo tenía un enganche muy grande. En los años ’50 fue interventor de Córdoba, lo puso Perón, y estuvo relacionado con el brigadier Juan Ignacio San Martín, que tenía que ver con el proyecto Pulqui y la fábrica militar de aviones. Mi viejo hablaba mucho de los aviones y me contagió su amor. Amo la aviación. Para ciertas cosas estoy un poco grande, pero puedo ser instructor. Estudié mucho para ser piloto profesional. Soy piloto de primera clase, soy el tipo que te lleva a Estados Unidos o Europa. Bueno, ahora ya no, por edad.”
A su primera esposa se la presentó León Gieco: “León era muy amigo de una prima hermana de la madre de mis hijos y de quien fue mi cuñado. Él había cantado en la facu, cuando aún no era famoso. Teníamos un trío: Nebbia, Gieco y yo. Cantábamos en la Jabonería de Vieytes. Después tuve varias parejas. Siempre nos pasa a los artistas eso. Nos echan porque no nos ven, no estamos para los cumpleaños de los hijos, esas cosas. Un día ellas se hinchan las bolas y nos rajan. Mi segunda mujer, con papeles, fue una fan mía. Un día yo terminaba de hacer el Broadway en Rosario, se presenta, yo estaba sentado firmando discos, y me pone delante fotos de ella conmigo a través de los años y le dije: ‘Vos me tenés que dar muchas explicaciones’. Con Laura nos conocíamos desde sus 15 años y aún es muy linda. Cuando la vi me deslumbró. Fuimos a comer al lado, nos pusimos a charlar, me dio el teléfono y el mail. Una cosa llevó a la otra y empezamos a salir. No estamos juntos ya, pero yo la quiero mucho. Es familia.”
Como contó Roque fue el tercer hijo de una familia muy atravesada por la política. Su papá, fue un juez extremadamente honesto que se adhirió al peronismo y se volvió un referente político de la provincia: “Se llamaba Roque Fernández Narvaja. La sociedad cordobesa lo expulsó. Defendía a los más débiles, era un católico muy convencido y muy decente. Nos vinimos a Buenos Aires porque mi papá fue nombrado juez nacional de primera instancia y nos fuimos a vivir a Núñez. Además trabajaba en la política, porque fue cofundador del peronismo en Córdoba. Mi familia era muy peronista, pero del peronismo de Perón. Después del 55 mi papá se dedicó a ser abogado laboralista. Cuando yo empecé a militar mi papá me contó todo lo que iba a pasar. ‘Los van a usar’, me decía... Tuvo razón en todo. Mi generación tenía el berretín del hombre nuevo, estábamos con los curas del Tercer Mundo, el Che en La Higuera era como Jesucristo para nosotros. Nos interesaba la austeridad, el trabajo manual. Todo eso me llevó a estar las listas negras y vivir exiliado 20 años en España.”
En España sigue teniendo parte de tu corazón todavía: “Claro. Tengo familia, tengo un hijo viviendo allá, infinidad de amigos y básicamente una historia de 20 años donde yo me convertí en un español, o por lo menos lo intenté. No había otra manera de cantarle a esta gente algo. Me di cuenta el primer día que llegué, y eso que llegué muy apurado, que si yo no me convertía en uno de ellos no iba a tener nada que decirles. Y algunas cosas funcionaron muy bien. Hay muchos artistas en España, mucho talento, y una cultura de la excelencia. Son muy críticos y escépticos, pero cuando una cosa les gusta, les gusta mucho.”