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Miércoles, 19 Noviembre 2025 19:03

Capítulo 91: Cristian Debarre

EVADIR TE CAMBIA LA VIDA


“Cuando el agua te llega al cuello, escuchá tu corazón.”

En un nuevo episodio de Clandestina, estoy con un hombre que vivió algo que muchos opinan desde afuera, pero pocos conocen de verdad.
Su nombre es Cristian Debarre. Cordobés, casado hace más de veinte años, padre de cuatro hijos y autor del libro Yo estuve ahí, donde relata una experiencia que le cambió la vida para siempre: su detención en plena pandemia por una causa de evasión impositiva.


Lo que cuenta no es cómodo. No es fácil. No es común escucharlo fuera de los pasillos judiciales o de las mesas donde la gente opina sin haber pisado una celda.
Pero Cristian lo vivió desde adentro.
Una empresa del rubro call center, asfixiada por la crisis del 2020, tomó una decisión desesperada para sostener lo que ya no podía sostenerse: dejar de pagar el IVA. Una salida que terminó siendo una trampa.
Lo que parecía una medida momentánea derivó en algo impensado: una detención que Cristian jamás imaginó.


“Nunca pensé que me iba a pasar algo así”, dice.
Adentro, todo fue distinto.
“Entrás y te ven. Te miden. Te analizan.”
 No podés llorar. No podés quebrarte. No podés mostrar vulnerabilidad, porque eso se vuelve en tu contra.
Pero quizás lo más duro no fue la celda.
 Fue la mirada social.
Y ahí aparece una verdad incómoda, que Cristian no esconde: él también juzgaba.
“Pasaba por la cárcel de Córdoba y decía: ‘Hay que tirar un lanzallamas para allá.’”
 Lo pensaba sin conocer. Lo decía como lo dicen miles.
 Hasta que un día le tocó a él.
Afuera, la condena sigue:
 • Perder el trabajo.
 • Perder espacios.
 • Perder vínculos.
La cárcel marca. Pero la sociedad marca más.
Y aunque la historia ya era dura, todavía faltaba algo más.
En una segunda detención, Cristian volvió a la UCA —un pequeño centro de tránsito previo a la cárcel de Bouwer, Córdoba—.
 Esta vez no fue solo encierro: fue tortura.
Una sala con camillas manchadas de orina, calor insoportable, insultos detrás de una ventanita y diecisiete horas atado ahí.
 La tapa de su libro no es una metáfora: es casi una foto de ese lugar.
“La gente cree que un empleador es un millonario. No tienen idea de la presión que uno carga.”
Cristian tuvo tres operaciones de columna. Y hoy entiende que no eran hernias: eran años sosteniendo lo insostenible. Su corazón le decía que cerrara la empresa. No lo hizo.
“Y mirá cómo terminé”, dice sin dramatismo, pero con verdad.
Porque juzgar es fácil… hasta que te toca.

Episodio completo en Spotify y en Radio Rivadavia AM 630 – Clandestina.

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