Capítulo 92: Milagros Padilla
“Bebés reborn: ¿juego, sanación o locura?”
Detrás del realismo extremo, las críticas y la “locura”, hay historias de duelo, compañía y sanación que un reborn puede despertar. Un mundo donde nada es tan simple como parece.
En un nuevo episodio de Clandestina conversamos con Milagros Padilla, una joven artista que trabaja en uno de los oficios más desconocidos y emocionantes: los bebés reborn, muñecos hiperrealistas capaces de activar recuerdos, acompañar duelos y devolverle a alguien la ilusión de un abrazo.
Milagros llegó con Scarlett, una bebé reborn creada por su mamá. Cuando me la apoyó en los brazos pensé lo mismo que cualquiera la primera vez: “tiene olor a bebé”. Y sí: tiene peso, movimiento y presencia. Lo que para algunos es un muñeco, para muchos es arte, memoria y compañía.
La historia empieza con su mamá, una mujer creyente que soñó que debía crear bebés realistas. En 2010 viajó a Alemania a formarse en esta técnica nacida tras la Segunda Guerra Mundial, cuando miles de mujeres buscaban una forma de acompañar duelos imposibles. Volvió con una certeza: ese era su camino. Abrió Tiernos Angelitos y empezó a enseñar cuando nadie sabía de este arte.
Milagros creció entre pinturas y hornos. Empezó sacando fotos y opinando. A los 17 ya estaba en el taller. En 2019 lanzó su marca: Tu Bebé Favorito. Hoy trabajan juntas, madre e hija.
Crear un reborn no es un hobby: es técnica y precisión. Capas de pintura horneadas, pelo injertado uno por uno, peso logrado con microesferas de vidrio, aroma colocado en el cuerpo de tela.
Los primeros clientes fueron coleccionistas y personas mayores. Hoy son niñas —y también quienes atraviesan duelos perinatales, depresión o autismo. No reemplazan nada, pero acompañan de un modo que a veces ningún tratamiento logra.
Milagros recuerda una historia que la marcó: una mujer que pidió la réplica de su bebé fallecido. Cuando lo vio tembló, lloró, repetía “no lo puedo creer”. Su marido también lloró al alzarlo. No era un muñeco: era un puente.
También hubo críticas. “A mi mamá en 2010 le desearon la muerte por hacer muñecos”, dice. A ella le dicen que es una locura. Y responde desde un solo lugar: el arte. “Sabemos que no reemplaza a un bebé real. Pero si ayuda a sanar… ¿por qué juzgarlo?”
Hoy vive de este oficio. Hace hasta 20 bebés por mes, desde 450 mil pesos, incluidas réplicas, mellizos o bebés con síndrome de Down para promover inclusión. Tiene clientas en todo el país.
Cuando le pregunto por su mamá, se quiebra: “Mi mamá es una guerrera. Gracias a ella pude crecer en este arte y construir mi futuro.”
Y queda una frase suspendida: “El arte sana.”
Sana el duelo, la memoria y hasta esa infancia que pide volver.
Su trabajo: @tubebefavorito1





