“Estoy feliz, voy a ser abuelo y ya podemos contarlo, pasaron los tres primeros meses y los padres nos autorizaron. Estamos re contentos con Ana que vamos a ser abuelos. Yo tenía muchas ganas de ser abuelo. No paraba de insistir, preguntar y preguntar hasta que me pararon el carro. En un momento cuando ellos ya decidieron ser padres hicieron un pacto-promesa, con un papel que decía que en algún momento me prometían que iba a ser abuelo, y firmamos los tres. Estamos todos muy felices. Le dicen Bebe Millas, porque es un bebé viajero. Sofía, mi hija, en uno de esos viajes quedó embarazada. Ya me dijeron que no puedo poner pretextos cuando nazca para cuidarlo, y ni pienso ponerlos. Vamos a tratar de colaborar en todo lo que se pueda de la misma manera que colaboraron con nosotros, cuando fuimos papás de Sofía. Siempre estuvieron mis suegros, mis hermanos, mi familia… Que es así como debe ser. Sofía fue muy mimada porque fue la primera nieta. Tuvo unos abuelos divinos, a pesar que mi mamá falleció justo el día que tenía que nacer Sofía y atrasamos unos días el nacimiento. La fecha de parto era para el 25 de octubre y lo postergamos hasta el 9 de Noviembre. Hubo de todo, una gran tristeza, angustia… una mezcla de todo. A la tristeza de la muerte de mi mamá, la contrarrestó toda la alegría del nacimiento de Sofí. Ese angelito que se fue, la vida me lo devolvió en el amor de Sofía. Esto también alimentó mi ansiedad. Los años pasan y quiero ser abuelo, quiero disfrutarlo. Por eso creo que los volví locos. Todos estábamos ansiosos. Todos vamos a cuidarlo. Lo esperamos con mucho amor.”Contó hemosionado el querido artista.
“Ojalá pueda disfrutar a mi nieto mucho tiempo. Ese es un tema de preocupación mía, porque estoy transitando ahora nuevamente por un cáncer. Una nueva parte de la enfermedad. Estoy recién operado, en recuperación, entonces, eso me tenía muy preocupado. Quieras que no, por más que yo sea un resiliente de la vida y de la enfermedad, eso no me dejó de preocuparme, de alertar, y de volver a estar atento a lo que me sucede en el cuerpo, a escuchar al cuerpo cuando te está diciendo algo. Yo pensé que era otra cosa y era que nuevamente se me había disparado el cáncer. Y bueno, ahora estoy en tratamiento con el equipo de Favaloro, con el Doctor Barros Schelotto, el oncólogo el Dr Muggieri, que son maravillosos. Estamos armando dos equipos de trabajo para atender mi salud. Sigo igualmente con Fundación Salud con Estela Maris Maruso, que me contiene y me ayuda a tener otra visión. A tomarlo con calma y entender el ¿Para qué? Volver a entender el ¿Para qué se instala algo en tu cuerpo? Eso es muy importante, siempre aprender de lo que te pasa, no entrar en el lamento. Este no es otro cáncer, es el mismo que va disparando a distintos lugares. Se disparó primero a un pulmón, después del segundo pulmón se disparó al cerebro, y del cerebro se disparó a la suprarrenal. Volvió a activarse desde el pulmón se disparó a la suprarrenal derecha, me operaron el 30 de junio, y ahora estoy es en recuperación. La operación fue laparoscópica, a las 48 horas ya estaba parado y yéndome a mi casa, aunque con mucho dolor. Ahora estoy en una etapa de tratar de bajar un poco los decibeles y tratar que el cuerpo descanse también. A mí me cuesta. Yo empiezo a activar y hacer cosas y tengo que escuchar a mi cuerpo cuando necesita descansar y no esforzarlo. Si estoy cansado, estoy cansado, entonces no tengo que hacer nada. Cuando pasó todo lo anterior me hizo entrar en una cadena omnipotente, pensar que todo lo puedo, que todo está mejor… Desatendí un estudio que me tenía que hacer el año pasado y no me lo hice. Eso hubiera alertado ya hace un año que había un posible problema. Pero bueno, igualmente, se hizo toda la operación y sacaron el tumor que estaba mal, pero por suerte estaba encapsulado y eso es una ventaja. Ahora lo están analizando, haciendo los análisis finales y hay que esperar 15 días más los resultados de la biopsia. Seguramente voy a hacer todo un tratamiento oncológico a partir de agosto y voy a ponerle toda la fuerza y la garra que toda la vida puse y más con todo esto que está sucediendo a favor en la familia, la alegría que viene un nieto, hijo de mi única hija maravillosa… Así que bueno, hay que ponerle garra y mirar para adelante.” Continúo Pachanito.
Aníbal Pachano es, sin dudas, un resiliente, un gran ejemplo de superación. Para él las enfermedades son una gran enseñanza y aprendió a no desanimarse y mantenerse siempre en pie, pese a los diagnósticos: “Obvio que el primer bajón te agarra, pero bueno, una vez que pasa el impacto cuando te dan el diagnostico, de entender lo que te sucede, hay que tirar para adelante, no hay otra. Esta vez tuve la suerte que además me di cuenta, porque me caí, me golpeé, me quebré dos costillas, y eso hizo que me ocupara de hacerme todos los análisis en el Fleni. Me hicieron tomografías y todo lo demás y ahí saltó lo que tenía. Luego me hice un PEP, que es como una resonancia general corporal, en donde se especificó en qué lugar estaba alojado, de qué manera… Yo fui porque me dolía mucho el lado derecho, eso era por las fracturas y eso me salvó. Ahora a solucionar y a ocuparse. Armé los dos equipos médicos, eso me dio mucha tranquilidad, ahora estoy mucho más controlado. Realmente fue un milagro, porque si no me hubiese caído, hubiese seguido sin atenderme y hubiese sido peor. También el que haya estado encapsulado fue una gran ventaja. Al haber hecho la operación rápidamente también es una ventaja… y ahora estamos en la recuperación y dispuesto a disfrutar a mi nieto.”
Pachano pasó por muchas, pero siempre puso lo mejor de sí para seguir adelante: “Cuando me operaron de la cabeza, me puse stickers de mariposas en las vendas. Ahora no me pude poner nada, porque me dolía muchísimo… Además nadie las iba a ver ahí. Cuando me operaron de la cabeza estaba mucho más medicado, y en esta operación, salvo las primeras 48 horas, no tanto. Esta fue una operación diferente que tiene que ver con que te inflan la panza… entonces se me hizo toda una historia con el aire que se me fue adentro de los hombros y me dio mucho dolor. Pero después cuando me tranquilicé y entre la noticia del embarazo que ya teníamos que dar, la alegría que vamos a hacer abuelos, el ya poder decirlo en sociedad… Eso me hizo transitar mejor mi condición médica. Ahora hay que esperar las últimas semanas de los resultados finales y empezar el tratamiento, como hice siempre. Me dio muchísimo odio caerme como una bolsa de papas, pero eso me salvó. Tengo la suerte que siempre algo sucede que me alerta otra cosa. El no haberme hecho el PEP el año pasado fue una negligencia mía. No lo hice porque me llené de trabajo, viajes y lo fui postergando un mes, otro… y por una cosa u otra nunca lo hice. Ahora eso me sirve para aprender sobre los errores. Por suerte tengo a mi vieja que me protege de arriba siempre. Yo miro la parte positiva. Yo digo: ‘Ahora ya está’, ahora me tengo que enfocar en disfrutar la quimio y, en buscarle nuevamente la parte positiva. Yo no quiero hacerme el Sarah Bernhardt y llorar, yo soluciono. Estoy bien atendido, controlado, así que estoy muy bien. Ahora ocupado en recuperarme y encontrar el ¿Para qué? El ¿Para qué? En todo. El aprender a decir no, cuando es necesario. Es difícil pero se aprende. El no estar obligado a dar explicaciones. Y darme ese permiso de no estar cumpliendo siempre lo que el otro desea. Primero está mi tema de salud, después vemos lo demás. Ahora empezaremos el tratamiento, y después, veremos cómo sigue la historia.”
Refiriéndose a su presente laboral Pachanito cuenta entusiasmado: “Sigo con ‘Aló Pachano’ mi programa en Radio Nacional, todos los domingos de 12 del mediodía a 14 horas junto a Mariana Gil Laborde y en la producción Andrea Charelo, Laurita Rombolá y todo un equipo hermoso. ‘Aló Pachano’ es un programa que tiene que ver con el arte, la cultura y los oficios de las personas. Un programa que tiene muy buen rating, mucha audiencia, lo escucha mucha gente en todo el país, recibimos muchos comentarios… Estoy muy feliz, estamos todos muy contentos. Y, por otro lado, sigo en ‘Bendita Tv’ que es mi caballito de batalla desde hace años. Ese personaje que hago con los pelos parados, que está más loco que un plumero. Y yo tratando de divertirme, gracias a que Beto Casella me da ese permiso y ese espacio que me hace tan bien. Cuando empezó mi gran éxito, empezó en ‘Bendita Tv’ y, a partir de ahí, se generó el éxito en Tinelli, etc, etc… Yo soy un señor que tengo muy buena memoria y muy buenos recuerdos de las personas que han hecho posible estos 42 pirulos de profesión. Yo soy un agradecido de todo lo que me dan y todo lo que me han permitido hacer para crecer en mi profesión. Más allá de agradecer el don con el que he nacido, agradezco a mucha gente que me dio la posibilidad de explayarme como creativo, que me dio la posibilidad que me vean, que me escuchen… Y soy un agradecido a la profesión. He estado en los mejores lugares, he hecho los mejores espectáculos, he tenido una gran familia… Con los años he aprendido a valorizar todo, incluso el proceso. Que es lo que me hizo bien, lo que no. Yo siento que tengo mucho más balance positivo que negativo. Todo eso hace que uno sea más resiliente en todas las áreas de la vida. No solo resiliente en el tema de salud, sino resiliente en la vida, en todos los sentidos. Como yo ya vengo acostumbrado desde muy chiquito aprendiendo a sortear los obstáculos y a traspasarlos, me fui acostumbrando. Ahora que estoy atravesando esta tercera edad, esta séptima década, pongo la fuerza para que ojalá sea por muchos años y yo voy a estar más atento a estar mejor y ocupándome, fundamentalmente.”
El querido artista, este año cumplió 70 años y lo recibió con muchísima alegría: “Me fui a festejarlo a Nueva York, tenía muchas ganas. La invite a mi hija Sofía y a Santiago, mi yerno. Nos fuimos a pasar unos 15 días. Empecé el año en viaje y ahora feliz que voy a ser abuelo y que todo lo que viene es positivo. Mi balance en general es muy positivo, no tengo muchas cosas que añorar. Yo creo que hecho todo lo que quise y aprendí que la vida tiene otros colores y otras formas. Soy un agradecido de mi trabajo, de mis estudios… También tiene mucho que ver que yo vengo de una casa de padres profesionales que se ocupaban mucho de nosotros, que estudiáramos, que trabajáramos… y eso lo aprendí de chico y fue una gran enseñanza para toda la vida. Entonces para mi trabajar es algo que me provoca placer y me sirve para poder despejarme la cabeza. Soy un agradecido de todo lo que me pasó, de mis amigos del primario, secundario, de la universidad, de la vida, de los artistas… Siempre he estado rodeado de buena gente que me quiere y talentosa, de la que he aprendido mucho, aprendí a ver lo que el otro te entrega y con eso me lo voy a quedar para siempre. Seguir aprendiendo todo el tiempo. Tratar de tirar buena energía. Aprendí este tiempo a tratar de rodearme, en todos los ámbitos, de gente positiva, que me quiera, que me respete… y el que no, fuera. Gente que me haga bien, que me aporte, no que te oprima o que te chupe la energía. Gente que me aporte una sonrisa, un abrazo, afecto… Con todo lo que te pasa en la vida, vas dándote cuenta de quienes están y quiénes no. También aprendí el no pedirle tanto al resto, es más lo que uno se tiene que dar a uno mismo, que lo que tiene que pedir.”
Aníbal es un gran trabajador desde muy chico, siempre ayudó en su casa, cuando a sus padres se les complicó económicamente: “Desde muy chico me pasaron muchas cosas. A los 5 años tuve una operación de peritonitis, después siempre fui muy flaco y muy chiquito, pero siempre tenía una fortaleza física muy particular muy particular. Tuve lo que antes se decía surmenage, que serían ataques de pánico y también los superé. Pero siempre tenía un tema que yo no podía parar, porque yo tenía que laburar para poder comer y pagar las cuentas a fin de mes. Y entonces eso, me dio y me generó un halo de mucho respeto para las personas con las que trabajé. Me dio mucho respeto por mis profesores, de las personas que podía aprender… Por eso estoy eternamente agradecido. Yo no puedo irme de este mundo diciendo: ‘A mí la vida me castigó’ No, a mí la vida no me castigo nada, y cuando me castigó, me castigó porque yo me castigué. Hay que aprender que las cosas suceden porque uno se distrae o porque no se atiende o porque uno no se quiere. Cuando vas entendiendo todo eso, ahí entendés el ¿Para qué?, que es lo que enseña la Fundación Salud. El ¿Para qué? El aprender el aquí y ahora. De aquí para adelante, no para atrás. Para atrás veo solo lo lindo que me sucedió y para adelante todo lo que vendrá y ojalá que sea cada vez mejor. La Fundación Salud me ayuda mucho a enfocarme en eso. Es una fundación que junto a Estela Maris Marusso, que es una armonizadora, te generan armonizaciones para hacer una resiliencia de lo que te está sucediendo y eso depende de vos y el contexto que te rodea. Te hacen ver con claridad un montón de cosas. Te arman un plan de salud personalizado, que es distinto para cada persona. Cada armonización es específica para vos y para lo que te está sucediendo. Es maravilloso. Te enseña a valorar y valorarte. A convertir el estrés a transformarlo en algo resiliente. Y en eso estoy. Las enfermedades son solo una circunstancia. Yo no soy un enfermo que camina. Yo soy una persona que transita la vida con mis achaques, como los puede tener cualquiera. Pero no hago de eso una apología, ni estoy todo el día pensando en lo que me sucede y por qué, no, no, no, no. El ¿para qué? ¿Qué tengo que aprender? ¿Qué tengo que aprender para mejorar? Y de ahí viene el cambio interno. Y no hay que temerle a los cambios. Creo que eso lo más importante en la vida. Poder cambiar y poder mutar todo el tiempo.”
Mucho antes de dar sus primeros pasos como actor, coreógrafo, bailarín y director, Aníbal empezó a trabajar con un único objetivo: darle un mejor pasar a su familia. Pintó balcones, limpió oficinas, fue cadete… y esas experiencias a tan temprana edad formaron su disciplina para siempre: “Venía de una familia de clase media acomodada. Mi familia perdió todo y yo tuve la suerte de poder ayudarlos. A los 12 años empecé a trabajar de cadete y estudiaba. Llegaba a casa de noche, hacia los deberes y me levantaba a las 7 de la mañana del día siguiente para ir nuevamente a la escuela. Eran cosas que no se pensaban demasiado, se hacían. Me siento orgulloso de haber trabajado de chico, de haber podido mantener la casa de mis viejos trabajando y de ir superándome de a poco. A mí mis viejos no me obligaron. Yo vi una necesidad y encontré la forma de ayudar, porque de esa manera íbamos a vivir mucho mejor. Eso me formó y me abrió puertas el ser un buen empleado, cumplir, no faltar, hacer más de lo que me pedían. Nunca elegí el camino de los vagos a mí me decían ´Sarmientito´. A mí no me van a explicar lo que es laburar, estudiar, esforzarte, ganarte una beca… ¿Si no tenes un mango? Cómo tener que hacer para conseguir un libro y poder estudiar y trabajar a la vez… Si uno tiene ganas en la vida, la vida se hace resiliente. Es parte de la vida aprender a superarse." Recuerda con orgullo.
Pachano nació en Tostado, Santa Fe, el 7 de marzo de 1955. Su madre, provenía de una familia “paqueta” y su padre, odontólogo y político: “Mi papá era muy bonito, un dandi, tuvo tres matrimonios y nueve hijos. Mamá era muy creativa y papá muy rígido. Ella descubrió que se me daba bien el dibujo e incentivó a que siguiese desarrollando esa faceta que comenzó siendo dibujante, cuando era niño en Carlos Paz, y me llevó a trabajar como arquitecto desde los 18 hasta los 33 años. Mi papá me marcó la ética y los valores profesionales. Ser una persona honrada y respetada. Fue un gran profesional de la odontología y, luego, un político impecable junto a Arturo Frondizi, el presidente más top que tuvo la política argentina. Papá era tan honesto que perdió todo por la política. Por una investigación de trata de blancas o personas, como se dice ahora, tuvimos que huir de provincia.”
La historia familiar lo marcó en sus emociones, todavía más profundo que en sus genes. Es un convencido de que eso determinó el modo en el que se paró, y avanzó, en la vida. A su madre la criticaban, porque ella se había ido del pueblo sin casarse, con un hombre mucho mayor, que ya había tenido dos matrimonios y contaba con varios hijos en su haber. Literalmente, la pareja saltó un tapial de la casa de Santiago del Estero donde vivía ella y se subió al tren sin más destino que darle rienda a su romance. Bajaron en Tostado y allí nacieron Aníbal y sus hermanas: “Era como que para todos nosotros siempre iba a ser así, siempre iba a haber que saltar tapiales para lograr un objetivo. Y siempre iba a salir bien, primero te daba vértigo, pero después sentías que eras un ganador.” Resumió Anibal.
A los 18 años trabajaba en una empresa ganadera y tenía un amigo que estaba por empezar Arquitectura. Él y otros dos arquitectos lo incentivaron para que estudiara esa carrera. “Cuando llegué a la universidad, ya estaba cerrada la inscripción. Entonces, pedí hablar con el decano. A los 15 minutos estaba sentado con él”, relata. A fuerza de labia, logró que le habilitaran una vacante a contramano del calendario. Después, tuvo que vencer los prejuicios de unas tías que le decían que no podría hacer una carrera así de cara. “Bastó que me dijeran que no iba a poder para que yo diga: ´voy a poder´. Y me recibí con honores. Ahí me di cuenta de que siempre iba a lograr lo que quisiera, por necesidad o por gusto. Era como que siempre tenía que vencer barreras. Como cuando conseguí el trabajo en la empresa ganadera porque me senté con el tipo y le dije: ´No tengo para comer, tengo que bancar a mi familia, dame trabajo, te puedo asegurar que voy a hacerlo bien. ´”
Se recibió con honores, fue docente de la UBA y trabajó en los mejores estudios de arquitectura. Era documentista de obra, le pagaban fortunas porque dibujaba rápido. Dormía muy pocas horas al día, pero a los 21 años ya manejaba a sesenta arquitectos y armaba documentaciones de obra: “En esa época entre al arte por casualidad, por un amigo que me vio estresado y me aconsejó hacer Tap. Ahí conocí a Ana Sans, nos enamoramos, nos fuimos a vivir juntos y generamos los ‘Botton Tap’, una compañía de bailarines única en el mundo, donde los roles de las mujeres y los hombres no tenían etiquetas.”
Botton tap fue una propuesta completamente innovadora y le abrió a Aníbal el camino del reconocimiento en la industria teatral: "Botton fue una empresa de baile absolutamente icónica, con un vestuario único y una estética y una forma de bailar completamente distinta. Cualquiera de nosotros era una figura y entender de ese lugar como partimos, hizo que de golpe pasara al frente por lo atractivo que era, por como pensábamos y trabajábamos. Fuimos la primera SRL del mundo del espectáculo y nunca tuvimos problemas, ni un juicio. Teníamos claro el objetivo: quería ser Madonna o querías ser los Beatles. Nosotros éramos los Beatles, un grupo". Señaló.
“Siempre fui un artista independiente. Me auto gestioné. Los artistas tienen que aprender eso. ¿No hay producción?, hay que buscar la forma de producirse uno mismo. No quejarse: ´No puedo trabajar, no me dan posibilidad, la cultura me la sacan…´ A mí la cultura no me la sacó nadie, la cultura y las posibilidades las tengo que buscar solo. Siempre fue así. Nadie te va a regalar nada en esta vida. El problema es que, si durante veinte años te regalan cosas, te prometen plancitos… Todo se confunde. Es el monumento al parasito esto. Esta cultura del no trabajo que se fue generando… ´Bancame, poneme, pagame… ´ es un concepto gato. No querido andá, laburá… y si te tienen que pagar, laburá como la puta madre. Yo siempre me auto gestioné. Me gané mi guita como pude, de la mejor manera. Mantuve la casa de mis viejos, me mantuve yo solo, generé dos profesiones, armé una familia, tuve una hija, tengo amigos de toda la vida, reinventé mi carrera, me reinventé… y me esforcé para lograr cada cosa. Agradezco que en el camino me encontré con gente maravillosa que me ayudó mucho y me siguen ayudando día a día, eso lo agradeceré de por vida. Así como agradezco a mis médicos, analistas, a Fundación Salud y a todas las personas que ayudan a que yo pueda estar más entero que nunca.”
Con el espectáculo “Así Vuelvo” cerró un capítulo en su vida artística, para seguir con otros desafíos. No se retiró de las tablas, sino como bailarín. Espectáculo con el que ganó 18 premios, tuvo 32 nominaciones, 7 Premios Carlos, 7 Premios Hugo, 3 Premios ACE, el ACE de Oro y hasta trabajó a la gorra. Su programa de arquitectura “Ciudad de Cúpulas” ganó el Martín Fierro y su programa radial “Aló Pachano” (actualmente en Radio Nacional, los domingos de 12 a 14hs) también fue reconocido con un Martín Fierro, como mejor programa en Radio Nativa Digital. Actualmente, con un nieto en camino, sueña con disfrutar a pleno de su abuelazgo y que la salud lo acompañe. Mientras tanto sigue disfrutando día a día con gran emoción el cariño y reconocimiento del público: "Los premios y el reconocimiento de los periodistas y mis colegas me emocionan, pero el reconocimiento de la gente es maravilloso. Cuando me paran sabiendo quién soy, me hayan visto o no en teatro, me llena de emoción. Como cuando me gritan ´Pachanito´ gente de distintas generaciones, gente que vive en la calle… Fue lo que busqué toda la vida y lo seguiré buscando hasta el día que me vaya de este mundo."