Donald: “Ni el Parkinson, ni el cáncer van a poder con mi alma”
Sábado, 08 Febrero 2025 21:10
Donald: “Ni el Parkinson, ni el cáncer van a poder con mi alma”
El reconocido cantante y compositor, leyenda de nuestra música, realizó un profundo recorrido por su vida en íntimamente con Alejandra Rubio. Repasó su dura infancia, sus comienzos, sus éxitos… Y conversó en profundidad de sus ganas constantes de continuar cantando pese a su enfermedad. Habló sobre su lucha diaria desde que el Parkinson llegó a su vida, como lo sorprendió en los últimos meses el cáncer y como, pese a todo, sigue adelante y siente que este es el mejor momento de su vida: "Al Parkinson ya me acostumbré, fue muy duro cuando recibí el diagnóstico y el mundo se me vino abajo, pero no bajé los brazos y entendí que con medicación podía atenuar un poco los síntomas. Poder contarlo me liberó. Mi movilidad se redujo, pero gracias a Dios puedo seguir cantando. El cáncer de colon tampoco lo esperaba, me quedan siete sesiones y termino el tratamiento. Es muy loco, pero siento que pese a todo esto estoy viviendo el mejor momento de mi vida por el amor de mi familia." Aseguró el músico que acaba de publicar su biografía “Donald, un artista sin fecha de vencimiento”.
Donald es, sin dudas, el testimonio vivo de un artista incansable; un hombre de familia y un símbolo de resiliencia. Pese a todo lo que le pasa y pasó en la vida, siempre tiró para adelante y se llenó de proyectos. Actualmente está presentando su libro “Donald, un artista sin fecha de vencimiento”, la obra que escribió junto a Diego Borinsky y crea jingles para todo el mundo en la paz de su hogar: “En mi madurez, descubrí una nueva manera de expresarme: la escritura. Comencé publicando recuerdos y reflexiones en Facebook, casi como un ejercicio íntimo. Luego lo que empezó como un desahogo, una forma de comunicarme con mis amigos de las redes sociales, se transformó en un libro. A mí me ayudó mucho escribir, porque era bastante callado y de pocas palabras, al escribir una historia me era mucho más fácil relatarla. En principio el libro se iba a llamar ‘Historia de Vida’ o ‘Salir Adelante’ y Diego Borinsky, que es un escritor de betsellers en la editorial Galerna, pensó que: ‘Donald, un artista sin fecha de vencimiento’, tenía que ser el título. Un amigo mío, Fabián Morrone, le había llevado unas historias, unas anécdotas que yo había escrito para Facebook para ver si les interesaba hacer una recopilación y ellos me propusieron escribir mi biografía. Yo escribí las anécdotas, Diego mi biografía y le cambió los títulos a mis anécdotas para que sean más gancheras. Y ahí está ya el libro publicado y vendiéndose muy bien. Estuve presentándolo en varios lugares, entre ellos, en el Atalaya y nos fue muy bien. Ahí va a estar en exhibición y venta durante todo el verano, hasta abril. La editorial Galerna está por hacer el lanzamiento online, que incluso es más económico. La verdad que me gusta muchísimo como quedó. Lo estoy re leyendo y lo disfruto mucho. El libro comienza desde antes de mi nacimiento ya que provengo de una familia de artistas. Comienza con anécdotas de mis bisabuelos, irlandeses que emigraron de Irlanda en la época de la gran hambruna por el 1850 y recorre toda mi vida. Actualmente tengo 62 años de carrera y 51 de casado. Verónica ya me conoció cantando y siempre me apoyó. Jamás se hizo problema en los años de locura. Tenemos una hermosa historia juntos y formamos una hermosa familia. Siempre fuimos muy compañeros y, a medida que pasa el tiempo, me doy cuenta que cada día la quiero más. He descubierto facetas de ella que yo desconocía. Como por ejemplo que es cuidadora. Ella cuido a nuestros hijos, cuido a su mamá cuando estaba enferma, cuido a su hermano menor y ahora me cuida a mí. Siempre fue una bendición en mi vida.” Describió el cantante.
A través de una emotiva carta publicada en su perfil de Facebook, fue que el cantante comunicó a sus seguidores y público que padecía Parkinson y en su momento revolucionó al periodismo y las redes sociales. Hoy ya aprendió a convivir con la enfermedad, sigue subiéndose a los escenarios, cantando y llevando su música y alegría a todo el país: “Cuando me dieron el diagnostico, fue muy duro. Me fui a tomar el tren para volver a mi casa y ahí me arrodillé en el andén y le pedí a Dios, no que me cure, sino que me devolviera la alegría. Al Parkinson le presento batalla día a día, apelando incluso a terapias alternativas que alivian. Gracias a Dios, a la Virgen, a Jesús y a la ciencia, existe un medicamento que calma, que aquieta, que apacigua, disminuye y hasta hace desaparecer por completo los temblores ante determinadas condiciones. Cuando estoy sentado en paz, contento, tocando la guitarra cantando, ya sea sobre una banqueta en un escenario, o en un sillón de casa, en ambientes amables, amigables, despojados de estrés, tristeza o angustia… los temblores desaparecen. Pensé mucho antes de contarlo públicamente, no quería que se compadecieran de mí. El contarlo fue poder ser autentico. Sentía que estaba tratando de disimular algo que era evidente y día a día se notaba más. Los medicamentos no curan, pero ayudan a calmar los temblores y a estar más tranquilo.”
“Dicen que el Parkinson ataca a la ‘hormona de la felicidad’. Yo creo que la tristeza tiene que ver mucho con el Parkinson. A mí me ocurrió en el contexto de la pandemia con los temores de no poder actuar y el fallecimiento de mi hermana Patricia, que me dolió mucho. Fueron cosas que se sumaron y se manifestó el Parkinson. Pero a partir de ahí le di aún más cabida en mi vida a mi familia, al amor de mis hijos, de mi mujer, de mis hermanos… de todos y se me abrió un panorama muy lindo, muy positivo. A muchos no les gustó que lo contara, pero a mí me hizo bien. Un amigo me llegó a preguntar si a mí me gustaba dar lástima. Le contesté que a mí no me gustaba dar lástima, pero era lo que había. Me hizo pensar mucho, pero creo que el ser sincero se lo debía al público. Ya no podía moverme como antes, ni entrar corriendo en algún programa de tv. El sincerarme fue liberador.” Recalcó El músico.
Siguiendo con su presente Donald relató: “Le doy gracias a Dios a cada instante. Y ahora más que nunca, porque esta es una época muy linda por el amor de mi familia, pero al mismo tiempo muy difícil. Difícil por el Parkinson, una enfermedad ingrata que en esencia estas sano y hay un neurotransmisor que hace funcionar a distintas partes del organismo como no tienen que funcionar. Una enfermedad que dicen incurable. Yo siempre lo tome como una cuestión de los hombres. Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Siempre pensé que en algún momento me iba a curar, aunque digan que es incurable. Y me fui a agarrar otra enfermedad incurable últimamente, que resulta que es curable y ahora con tratamiento te curas. Tengo cáncer de colon. Estoy haciendo hace un mes radioterapia y quimioterapia. Con la quimioterapia ya terminé y con la otra me quedan siete sesiones, pero ya me curé. Me voy a curar de esa que era incurable y después me curo de la otra. Subo al escenario y se me pasa todo. A veces me parece incomodo ir a actuar, pero cuando estás ahí te olvidas de todo. La gente me felicita por subir igual al escenario, me lo agradece y eso me hace muy bien. Ahora además estoy trabajando con la música más que nunca. No era consiente que podía trabajar tanto sin hacer presencia física. Trabajo por encargo haciendo cortinas musicales, jingles… Estoy trabajando para Chile, también para una institución mundial y mucho para Argentina. Trabajo como en mi mejor época, pero desde casa. En este momento no estoy haciendo presentaciones por el tratamiento, pero a penas termine sí.” Aseguró el querido cantante.
Donald nació el 9 de julio de 1946, está casado hace 51 años con Verónica Zemborain, tiene cuatro hijos y nueve nietos. Es cantante, compositor, conductor y el poseedor de uno de los éxitos más perdurables de varias décadas. Conquistó el público desde muy joven. Protagonizó tres películas: ‘En una playa junto al mar’, ‘Siempre fuimos compañeros’ y ‘Un viaje de locos’. En los ’80 se radicó en los Estados Unidos y al volver a la Argentina descubrió que nadie lo había olvidado. Sus canciones seguían tan “vivas” como siempre en el corazón de la gente y el público y sus colegas lo esperaban con los brazos abiertos. Donald no es un seudónimo, como muchos piensan, es su nombre verdadero. Donald Clifton McCluskey, es su nombre completo. Proviene de una familia con gran historia musical. Su padre fue Don Dean, músico de jazz estadounidense que triunfó en Argentina. Sus hermanos, Álex y Buddy, fueron fundadores junto a Eduardo Morel Quirno del exitoso grupo vocal The Mac Ke Mac's, que por su trascendencia fueron invitados a presentarse en el programa número uno de la televisión estadounidense de ese entonces, El show de Ed Sullivan. Patricia Dean, hermana menor de la familia McCluskey, también tuvo gran éxito como cantante.”
Su unión con la música fue desde siempre: “Mi papá dirigía la banda de la Universidad de California y los fines de semana tocaba en salones de baile de Los Ángeles. y llegó a Buenos Aires desde Estados Unidos, contratado por la Metro Goldwyn Mayer, acompañando a la primera película parlante. Cuando se estrenó la película El cantor de jazz, le ofrecieron hacer una gira de dos meses por Sudamérica, para tocar tres canciones en cada cine donde se exhibía la película. Y así fue de ciudad en ciudad, hasta que llegó a la Argentina. Luego tenía que seguir hacia Brasil, pero se produjo la Revolución Constitucionalista de 1932, se enamoró de mi madre, una mendocina hermosa, y se quedó. Estuvo varios años tocando en el Roof Garden del Hotel Alvear, pero cuando nací él ya había abandonado la música y se dedicaba a la venta de tractores, como representante de la firma norteamericana Cartepillar. Siempre me inculcaron el amor a la familia y fuimos muy unidos. Creo que ese es mi valor más fuerte, para mí la familia es lo más importante del mundo."
Pese a que su padre ya había abandonado la música, la familia llevó siempre el arte en la sangre: “Yo escuchaba mucha música, desde que nací, porque mis hermanos tenían una gran discoteca y me pasaba horas oyéndolos actuar y ensayar en casa. Cuando arrancaron los “Mac Ke Macs”, el cuarteto vocal de Buddy y Alex, mis hermanos mayores. Yo no me despegaba. Ellos me llevaban diez años de diferencia y crecí con sus canciones. Tocaban jazz, pero incursionaron en la música tropical, en la brasileña y en temas internacionales de todo tipo, especialmente latinoamericanos. Crecí escuchando música de todos los estilos, la diversidad de géneros me formó. Empecé a tocar la guitarra de chico porque era introvertido y mi madre pensó que la guitarra me iba a ayudar para mejorar mi ánimo y mi carácter. Y arranqué con las lecciones del señor Tello, un colombiano que era profesor de música y estudiante de medicina, y quien me enseñó muchos ritmos de su país, guarachas y merengues. Yo no pretendía ser músico, ya había muchos en mi familia. Yo quería ser abogado como mi abuelo, algo que mi madre quería."
Refiriéndose a su infancia, Donald, confiesa la dureza de esos días: “Tuve una infancia con mucha música y crecí en un ambiente musical muy lindo, porque mis hermanos eran muy divertidos...pero también muy triste por un trágico accidente donde mi hermano Billy, que era dos años mayor, lo mató un tren. Vivíamos en Barrio Parque, la niñera lo sacó a pasear, se encontró con un novio en un terraplén del tren que pasaba ahí cerca de la casa, vino el tren y se lo sacó de los brazos. Fue una situación terrible para toda la familia, pero yo la viví subconscientemente, tenía solo ocho meses, no tengo recuerdos de ese momento tan negro. Si de la tristeza de mi familia los años posteriores. Yo tengo memoria de la época de la primaria, recuerdo que en casa la alegría era permanente gracias a mis hermanos, porque mis padres se encerraron en sí mismos y prácticamente no salían de su cuarto. Cuando murió mi hermano, papá estaba de viaje, porque al terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos le había pedido que armara una orquesta para ir a tocar ante las tropas americanas. Volvió y dejó definitivamente la música. Por eso, los cinco o seis primeros años de mi vida yo prácticamente no traté a mis padres, me crió mi abuela materna, ‘mamama’, y una señora amiga de ella. Los primeros años mis padres permanecieron en duelo, mamá no salía de su cuarto ni levantaba la persiana y papá salía rara vez. Ni para trabajar lo hacía, ya no estaba trabajando en ese momento. Él había ganado mucha plata con la venta de tractores... Con la música se hizo famoso y con los tractores ¡se hizo rico!”. Aseguró el artista que la adversidad, lejos de derrotarlo, lo fortaleció durante toda su vida.
Continuando con su vida, el cantante, confesó: “Mi objetivo cuando era adolescente estaba en la música, pero en realidad yo pensaba dedicarme a la abogacía, mi gran pasión. Mi historia es al revés de la de muchos cantantes famosos que surgieron siendo muy pobres y gracias a la fama pasaron a ser muy ricos. De niño fui un chico rico, teníamos un Petit Hotel gigantesco en la calle Pereyra Lucena en Palermo Chico y una finca en Mendoza de trescientas cincuenta hectáreas que era una joya. Vivíamos muy bien. Pero en los ‘60 mi papá tuvo un descalabro económico, a raíz de la compra de un campo en el sur de Mendoza, un millón trescientas mil hectáreas que compró para desarrollar un proyecto que resultó inviable, por cuestiones con legisladores de la provincia que le pedían coimas. Y se fundió. Con la poca plata que le quedaba inició otra aventura, la construcción del casino “Flamingo” de Merlo, San Luis. Una idea de él, pero tuvo unos socios que estafaron a la provincia, y la provincia accionó sobre las garantías que había dado papá que eran la casa de Buenos Aires y la finca de Mendoza. Y se perdió todo. De ser un niño rico pasé a hacer un sin techo.De la noche a la mañana salí con mamá a buscar un departamento de dos ambientes porque nos desalojaron y no teníamos dónde vivir. Un día vino mi hermano Buddy y me dijo: ‘Vas a tener que conseguirte un trabajo y dejar de ir al colegio Cardenal Newman, porque papá y mamá no te lo van a poder pagar’ Justo yo había tenido una propuesta para cantar en televisión y le dije a Buddy que me dejara ver cómo lo resolvía. Lo llamé al productor Jorge Regueiro, que era quién me había hecho la oferta, y le pregunté si la mantenía y cuánto me iba a pagar. Después fui al Newman, hablé con el rector, le conté lo que había pasado en casa y que quería seguir en el colegio. ‘¿Y cómo lo va a pagar McClusky?’- me dijo-. ‘Voy a cantar en televisión, voy a ganar tanta plata y me alcanza para pagar el colegio’- le contesté. ‘¿Y además de pagar el colegio, puede ayudar en su casa a sus padres?’. ‘Sí, lo voy a hacer y aparte voy a tratar de conseguirme cuanto trabajo pueda’. Entonces me respondió: ‘Está bien McClusky su lugar está asegurado y no tiene que pagar la matrícula’ Así fue como a los 15 años empecé a trabajar en Ritmo y Juventud, un programa de Canal 11 al estilo de El Club del clan. Era como una academia de música, porque nos enseñaban coreografías y el director musical era Horacio Malvicino. Fue una época muy linda, porque los canales contrataban nuevas figuras y nos pagaban muy bien por cantar una o dos canciones. A mí me convocaban mucho, había producciones muy importantes y recorría muchos programas: El show de Antonio Prieto, Sábados Circulares de Mancera y todos los demás."
El gran éxito llegó de la mano de “Tiritando” y con una anécdota muy particular: “Éramos un grupo de amigos que nos íbamos los fines de semana a Mar del Plata o Punta del Este. Ellos hacían surf e iban cada uno con su tabla y yo con mi guitarra. En uno de esos viajes, en el verano del ’67, lo conocí a Nono Pugliese y una noche durante un fogón en la playa cantó Tiritando, una canción que había compuesto en Punta del Este. Cuando volví a Buenos Aires la grabé, pero recién la pegué con Tiritando dos años después. Un día apareció Nono y me dijo: “Puedo meterla en un aviso”. Y la metió en una publicidad de cigarrillos con Liliana Caldini. De la noche a la mañana la canción fue un boom. Me empezaron a salir shows a lo loco, recuerdo una noche de primavera del ‘69 que tuve doce actuaciones seguidas, ¡doce shows distintos! Empecé a las seis de la tarde y terminé a las diez de la mañana. Fue tal el éxito que la grabé en varios idiomas. En inglés, portugués, italiano y hasta en japonés...”
Entre las canciones, las películas y los éxitos conoció a su mujer con quien formó una hermosa familia y camparte hasta el día de hoy sus días: “A Verónica la conocí en el año '67, salimos un par de veces y nos distanciamos varios años hasta que nos encontramos en Punta del Este en el verano del ’73. Cinco meses después, el 20 de julio nos casamos. El casamiento fue televisado por Teleonce en vivo y a cambio nos pagaron la fiesta en el Alvear, el vestido de novia, ¡todo! Y desde entonces estamos juntos. Tenemos cuatro hijos: Melody, Marina, Patrick y Miguel. Y nueve nietos: Vicky, Damián, Ana Paula, Isabela, Augusto, Nahuel, Aukan, Kai y Mikala."
Pese al gran éxito y que el público lo acepto rápidamente, Donald asegura: “Nunca imaginé que iba a ser cantante toda mi vida. Cuando terminé el colegio empecé a estudiar en la Universidad de El Salvador. Mamá estaba entusiasmadísima, porque el sueño de ella era tener un hijo abogado, como su padre. Mi abuelo había sido un juez de crimen en Mendoza muy reconocido, él metió preso al gobernador de la provincia por la violación de una menor y desde la cárcel el gobernador le mandó dos matones que lo degollaron en la calle, aunque nunca se probó. Tal vez por eso mamá siempre tenía esa ilusión. La cuestión es que cuando la pegué con Tiritando tuve que abandonar abogacía, mi mamá se agarró un disgusto bárbaro y me hizo prometerle que el día que pasara ese momento de euforia iba a continuar la carrera. Pasaron los años y en 1982 mamá, un día antes de fallecer, me hizo volver a prometerle que me iba a recibir. Y lo hice. Después de un verano muy exitoso en Punta del Este que ganamos mucha plata, Verónica, mi mujer, me dijo: ‘¿No pensás que sería un buen momento para cumplir la promesa a tu mamá?’ Y empecé a estudiar de nuevo. Tuve que arrancar de cero porque en lugar de 28 materias eran 46, pero cursé seis años en el Salvador mañana y tarde y me recibí en el ’99, cuando tenía 53 años. Después hice un par de maestrías en Propiedad Intelectual, fui a un montón de congresos en distintas partes del mundo y me dediqué a la especialidad de propiedad intelectual y derechos de autor. Después deje de ejercer por una serie de cuestiones que son bastante engorrosas, pero que tenían que ver con mi idealismo y la no cabida de ese idealismo dentro de cómo se ha manejado la justicia y el derecho en la Argentina.”
Hoy Donald paró un poco el recorrido por todo el país junto a las “Sucundum” y el subirse a los escenarios, disfrutando del aplauso y el cariño del público, debido a tener que terminar su tratamiento para el cáncer, aunque sigue trabajando desde su hogar y espera pronto volver al ruedo. Aprendió a disfrutar la vida y su presente más que nunca: “Siento que estoy pasando el mejor momento de mi vida, parece exagerado, pero es así. El amor de mi familia lo es todo. Tengo a mi gran compañera, de la que estoy enamorado cada día más. La voy re descubriendo, voy re descubriendo sus virtudes y disfruto muchísimo de sus cuidados. Con Verónica cumplimos las Bodas de Oro, cincuenta años de casados, ya llevamos 51. Ella es lo mejor que me pasó en mi vida. Me dio cuatro hijos que me dieron nueve nietos, lo que más quiero. Todos son músicos, deportistas, soñadores como yo, ¿qué más puedo pedir?” Concluyó el cantante que hoy sigue más vigente que nunca y con miles de proyectos.