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Oscar Gómez Castañón: “A los 10 años descubrí mi vocación y no la abandoné jamás"
Sábado, 22 Marzo 2025 19:48

Oscar Gómez Castañón: “A los 10 años descubrí mi vocación y no la abandoné jamás"

El reconocido periodista y conductor habló en profundidad en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su vida, su infancia, sus comienzos, su carrera, la alegría inmensa de llegar a partir del 31 de marzo de lunes a viernes de 21 a 23hs a Radio Rivadavia y como se enamoró de esta profesión a los 10 años y no la abandonó jamás: “Los perros y las ovejas fueron mis primeros oyentes. Yo estaba en Cerro Negro, que era el campo familiar, y enfrente del casco hay como una pared de piedra altísima donde descubrí que esa pared tenía eco. Yo decía una palabra y me la repetía, decía una frase corta y me la repetía… luego descubrí que me devolvía frases bastante largas y completas, así yo jugaba a la radio y hacía mis propias transmisiones. La radio me atrapó, fue mi gran compañía y hoy agradezco poder ser yo la compañía de muchos.”

Oscar Gómez Castañón es sinónimo de radio en la Argentina. Nació en Puerto Deseado, Santa Cruz, el 19 de julio de 1947 y así relata su historia: “Nací en Puerto deseado, un pequeño pueblo a orillas del Atlántico que ahora ya es una ciudad pequeña. En ese momento la mayoría de la actividad del lugar era mayormente del campo. Vengo de cinco generaciones que vivieron en la Patagonia, eran criadores de ovejas. Me crie más cerca del campo que está a la misma altura de Puerto Deseado, pero más cerca de la Cordillera, donde está el Río Pinturas, la Cueva de las Manos… Llegando a Chile. Asique la estepa patagónica, las ovejas, el viento y la soledad, son la compañía de cualquier chico y para mi fueron una gran compañía. Nací a las dos de la tarde, todo bien y con el mismo médico que había atendido el parto de mi madre cuando nació, mis tíos  y los tres partos de mi madre. Era el médico del pueblo y el que atendía todas las urgencias, si alguien se quebraba, se enfermaba o había que operar, era él el que hacia todo. Te operaba de un apéndice o te curaba un resfriado. Nací en su consultorio que estaba frente a la plaza, en una loma muy alta, coronado de rocas y del otro lado de las rocas está el Cóndor del gran Solar, desde donde veías la ría Deseado, donde el mar entra al territorio como un río. Yo miraba la ría desde arriba, donde en el 1.500 o 1.600 los navegantes españoles e ingleses entraban y aprovechaban su reparo para arreglar sus barcos o pasar los tiempos más duros y después seguir viaje.”

Oscar vivió junto a sus padres y hermanos en una casa hermosa y confortable que les prestaba el Banco Nación, donde su padre se desempeñó como gerente. Sus antepasados, tanto por parte de madre como de padre, vivieron en la Patagonia desde 1865, siendo Oscar y su familia la quinta generación. El pasado y sus orígenes se afincaron en él, algo que llegó a amar con todo su corazón: “Viví en muchos lugares de la Patagonia porque mi padre hizo una gran carrera entrando en el Banco Nación, llegó a gerente, y como lo trasladaban mucho viví en muchos lugares: En Tierra del Fuego, en Esquel, en Puerto Deseado… Éramos tres hermanos varones. Yo aprendí a leer muy chico, me enseño mi mamá. De chiquito era muy inquieto, muy curioso… Iba a preguntarle todo el tiempo a mi mamá que decía una cosa u otra, los números... Hasta que me regalaron un libro Upa y con ese libro y, la ayuda de mi madre, aprendí a leer. De mi padre heredé el ser mal llevado, pero a su vez el ser gracioso. Él era mucho más gracioso que yo y cuando estaba mal llevado hablaba poco y eso lo heredé. De mi madre heredé la melancolía. Tuve una infancia hermosa, muy libre. Todos los lugares donde viví fueron de patios grandes, de baldíos de una cuadra, canchas de fútbol por todos lados… y de gran libertad. Estábamos llenos de peligros, porque andábamos por ríos, por todos lados. Teníamos de la salida del colegio a casa más de una hora en bicicleta y parábamos en diferentes lugares. Así aprendí a nadar en un pozón de unos 7 u 8 metros junto con un amigo, por ahí nos hundíamos, tragábamos agua hasta que llegábamos a donde hacíamos pie. Por supuesto que mi madre nunca se enteró. Éramos como medio animalitos y teníamos reflejos como para salvar nuestras vidas. También viví en Río Grande en Tierra del Fuego y ahí una vez que llegaba el invierno y se congelaban las calles, los adultos usaban unos taquitos con clavos puestos en el calzado y los chicos andábamos mucho patinando. En inviernos las lagunas se congelan y nosotros por ahí pisábamos los primeros hielos, con riesgos a que se rompieran. Los pantalones nos quedaban duros como tablas. Nosotros disfrutábamos felices.” 

Su vocación la descubrió a muy temprana edad, con sólo 10 años, y con perros y ovejas como sus primeros oyentes: “Yo estaba en Cerro Negro, que era el campo familiar, por el Río Pinturas, y enfrente del casco hay como una pared de piedra altísima donde descubrí que esa pared tenía eco. Yo decía una palabra y me la repetía, decía una frase corta y me la repetía, y luego me devolvía frases bastante largas y completas, así que yo jugaba a la radio y hacía mis propias transmisiones. La radio era nuestra compañía. Prendía la Radio Capilla a la noche, esperábamos que se calienten las lámparas para que funcionara. La radio era mucho servicio, informaba si los caminos estaban transitables, si había combustible en todos los recorridos. También había tres cadenas que eran: Belgrano, Splendid y El Mundo, que me llevaban de viaje por el mundo con los radioteatros, las orquestas en vivo, la música, el humor. Yo que estoy en Nacional, y en ese mismo estudio salía el Glostora Tango Club, programas con orquestas en vivo, Troilo o Sandrini… La radio era la comunicación con el mundo y a mí, desde muy niño, me atrapó. Yo me pasaba mucho tiempo solo con algunos de mis tíos y los peones. Ellos se iban a trabajar al campo y yo me quedaba mucho tiempo solo y la radio era mi compañía.”

La música también siempre lo apasionó y ya en la adolescencia tuvo su propia banda: “De tanto escuchar la radio, ya me sabía muchísimas canciones de memoria, la radio es música y yo la escuchaba todo lo que podía. Tenía mucha música en la oreja y llegaron Los Beatles y me cambiaron la existencia. Yo escuchaba antes mucho tango, folklore, jazz. Pero cuando llegaron Los Beatles quise tener mi grupito y en Comodoro Rivadavia formamos en grupo ‘Uno’, que después siguió, se vino a Buenos Aires, grabó y todo. Mi viejo me metió a trabajar en el banco y yo con mi banda trabajaba muy bien. Era el bajista. Tocábamos en fiestas de egresados y realizábamos presentaciones por todos los pueblos, recaudando muy buen dinero, muchas veces más que aquel que ganaba mi padre en el banco. Los sábados teníamos dos presentaciones, el domingo una y sumábamos varias fiestas. También me pegó mucho el teatro. No me gustaba mucho estudiar, yo quería seguir por el lado de la música, el teatro, lo artístico. Mi padre pidió un pase en el banco y junto con mi madre se vinieron a Buenos  Aires, porque mis hermanos ya estaban en la universidad y no querían que los chicos estén solos. Yo me quedé en el sur. Estaba de novio con una chica del pueblo, yo tenía 18 y ella 15 o 16 y a los dos nos gustaba la actuación y decidimos venirnos a Buenos Aires. Ella a una pensión de estudiantes y yo a la casa de mis padres. Acá empezamos más fuerte el tema del teatro, en el teatro de La Fábula, en Agüero 444, a media cuadra del shopping Abasto. Después el destino nos fue separando, pero siempre sabiendo uno del otro. Con el tiempo se convirtió en una reconocida actriz: ‘Gigí Ruá’.” Detalló el conductor.

Continuando con su relato cronológico, Oscar aseguró: “Como actor trabajé mucho haciendo bolos en Canal 9, era una época de mucho trabajo para los actores. Iba al canal y siempre tenían algún papel para mí. Llegué con una recomendación para que fuera a ver a la actriz Alba Castellano y ella me mandó a ver a su futuro yerno, que era asistente de producción de Canal 9. El Canal 9 de Romay, en esa época, era una ciudad de actores. Veías actores vestidos de militares, de curas y de indios por las calles. Había muchísimo trabajo, siempre un papelito había para mí, hasta que llegó la radio. A mí siempre me gustó y decidimos ir a Radio Del Pueblo,  que era una radio chica, y le propusimos al director si llevábamos un sponsor podíamos tener un espacio. Y nos dio un espacio de tres horas musical los sábados. Pero yo tenía que buscar el sponsor. Acá ya me había hecho un par de amigos importantes y había conocido, de estar, de verlo, al Nene Caballero que era un personaje importante, el novio de Susana Giménez, y como tenía una agencia de publicidad fui a verlo y le dije que necesitaba alguien que bancara ese espacio, un único avisador. Yo vivía con mis padres, mis pretensiones no eran muchas y lo que me pedía la radio era muy poco. Me dijo que fuera a ver de su parte al dueño de las Grandes Tienda Santa Rosa, que estaban a una cuadra del congreso. Vi al dueño, Pepe Viqueira, le explique cómo era el programa, me pregunto cuanto era lo que necesitaba y, como era muy poquito,  enseguida me dijo sí. La radio nos puso una locutora, un informativista y nosotros armábamos y hacíamos todo el programa. Empezamos a ir a las grabadoras y le mostrábamos a los oyentes todo el material antes que saliera a la venta.”

“Después quisimos cambiar a una radio mejor y fuimos a una productora, Cepeda Producciones, y nos dijo que tenía en Del Plata, los sábados a la tarde una hora. Arreglamos y al igual que con la otra radio, le llevábamos el pago una vez al mes. Cuando Cepeda nos vio trabajar en seguida nos ofreció trabajar con él. Nos dijo que tenía muchos programas, pero no tenía quien los realizara. Nos fuimos a trabajar ahí y empezamos a tener un programa en Radio Belgrano a la mañana con periodistas, uno a la noche de música, uno en una radio, otra en otro, éramos una máquina de trabajar. Nos empezó a ir muy bien y al tiempo lo llame a quien era mi locutor de Radio Del Plata, Lalo Mir, y lo convencí a que viniera a trabajar con nosotros. Trabajamos juntos un montón de años en producción. Yo dejé el aire y volví al aire cuando ya era gerente de Radio Continental y un horario había quedado libre y la radio no quería gastar plata para producirlo, entonces lo hice yo. Fue muy fuerte y muy importante en mi carrera el haber aceptado cuando me dijeron: ‘Anda y hacelo vos’. Fui a buscar a Jorge Jacobson y por la mesa pasaron: Luisa Delfino, Quique Wolf, Mario Mactas,  el Negro Álvarez… en distintos momentos.” Aseguró el conductor, referente indiscutido de la radio en nuestro país, que llega a partir del 31 de marzo, de lunes a viernes, de 21 a 23hs, con su programa ‘Desde el Alma’ a Radio Rivadavia.